CAPÍTULO 20

2.9K 282 70
                                    

S/A: Último regalito.

Disfruten.
__________

Hace mucho que mi corazón no se aceleraba de la forma en que se está acelerando ahora.

Cuanto más quiero creer y pensar en que es solo un lugar, que es simplemente otra área del hospital, mi cabeza no puede evitar en el tormentoso demonio que lo manipula y controla a su antojo.

El elevador empieza a bajar, un piso detrás del otro.

Veo hacia el doctor West que parece relajado, incluso me atrevería a decir que divertido.

Como si todo estuviera saliendo según lo planeado.

-Usted...

El doctor me mira y yo niego con la cabeza.

-Usted planeo esto, ¿cierto?

Diversión es lo que observo en sus ojos, es tan notable que me enfada de sobremanera, tiene un brillo ahí malévolo.

-¿Yo?, ¿cómo puede creer que yo planee que un niño este enfermo?

Ruedo los ojos y tengo muchas ganas de gritar con frustración.

-No se haga el desentendido, no intente jugar con las palabras igual que su mejor amigo lo hace.

-No juego con nada.

Pero la sonrisa ladeada que aparece en su rostro dice algo completamente diferente.

Abro la boca para decirle lo que pienso pero justo en ese momento se abren las puertas y él sale con más rapidez de la necesaria.

Ruedo los ojos, veo los botones del elevador tentada a irme y luego veo hacia afuera.

-Salga de una vez Iza.

Escucho su voz, aprieto la mandíbula y salgo de mala gana.

Llamémoslo orgullo, no puedo dejar que note lo frustrada y molesta que me pone estar aquí, con los dos.

-No me agrada.

Es lo único que digo cuando paso por su lado y escucho su risa a mi espalda.

Se coloca a mi lado y nos guía a un cubículo de emergencia, abre la puerta y entonces me topo directamente con sus ojos.

Con esos ojos grises y fuertes.

Me mira con el ceño fruncido y yo desvió la mirada intentando concentrarme en otra cosa que no sea la parte anatómica que más amaba de él.

Amaba, claro.

Sacudo la cabeza y observo como los dos doctores empiezan a trabajar en un pequeño cuerpo que está en la camilla.

Miro al pequeño y veo una venda cubriéndole el pecho y en su mano una barandilla de púas enterrada, desde el codo hasta su mano.

¿Qué paso?

-Jugaba con unos niños, creyeron que sería divertido escalar la cerca.

Su voz golpea todas las paredes, agarrando fuerza hasta que golpea directamente en mí con demasiada fuerza.

Controlo mi impulso de subir mis ojos hacia los suyos pero solo me quedo mirando las púas, solo eso.

Ven una radiografías, estudios, todo hasta llegar a la conclusión de que necesita cirugía.

-Vamos, escritora Beth.

Miro al doctor East que trae una enorme sonrisa de diversión y yo lo fulmino con la mirada.

-Está tentando a su suerte...doctor.

Se encoge de hombros y sale con los internos diciéndoles no sé qué cosa sobre el procedimiento.

Derramaré TintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora