Niego con la cabeza mirándolo, directamente a los ojos y él solo asiente.
Entonces como él hizo conmigo, lo callo con mis labios porque no estoy preparada para enfrentarme a esto, para hacer las preguntas que quieren asomarse y hacerse presentes.
Quizá y después tenga la fuerza necesaria pero ahora no.
Toma mi rostro con sus grandes manos haciendo que me separe de su rostro.
-Escúchame.
-Cállate.
Intento volverlo a besar pero niega con la cabeza y sé que este lapso en el tiempo en el que me he dejado llevar ha terminado.
La conciencia empieza a abrirse paso y junto con ella viene el recuerdo, lo que provoca el remordimiento de haber cedido.
Lo más gracioso es que sus besos parecían la morfina que necesitaba, necesitaba no sentir absolutamente nada de lo que he estado sintiendo.
Al final del día mi cura era también la causante del dolor.
Lo miro a los ojos y respiro con fuerza, intentando tomar el control que se me escapo de las manos.
-Estas dolida.
No es una pregunta y no me sorprenden sus palabras, lo que me sorprende es ver el dolor que le causan a él.
Lo empujo con mis manos para que se quite de encima mío y me deja, se aleja y yo con suma rapidez me levanto, me subo los pantalones y salgo a la otra estancia en busca de mi blusa sintiéndome avergonzada por ceder a mis deseos.
Me pongo la blusa, molesta conmigo misma, con él, con todos.
-Me voy.
Anuncio y emprendo el camino a la puerta.
-Sé que te lastime...
Me detengo y me ordeno a mí misma seguir con mi camino, ordeno a mi cuerpo moverse hacia la puerta pero no puedo, es inútil.
Un silencio pesado nos rodea, donde ya no hay enojo, no hay rabia, solo silencio y se lo que precede a este tipo de situación, no es bueno.
Menos en un hospital, es como en Trauma, si hay calma es porque viene la tormenta.
-Quiero lo mejor para ti Haler.
Sus palabras perforan mis oídos, perforan el muro que tanto me esforcé en construir y las alarmas de un daño provocado a mi armadura empiezan a sonar en mi cabeza.
-No hagas esto.
Niego con la cabeza y lo veo sobre mi hombro sintiendo todo el peso del mundo caer sobre mis hombros.
-Me aleje de ti porque...
-¡TE ODIO!
Me doy la vuelta y giro completamente hacia él hecha una furia, mi rostro queda a unos centímetros del suyo.
Me mira sorprendido, impresionado por mi actitud.
-Te odio.
Le digo con los dientes apretados lo que provoca que él apriete su mandíbula y vea hacia otro lado y luego a mí.
Asiente y veo su manzana de Adán subir y bajar, delatándolo, delatando como le afecta esta falta de control.
Carraspea y da un paso hacia atrás, alejándose de mí.
Respiro profundo y mis pulmones se llenan con su olor, me desarma y por un momento no creo ser tan fuerte para seguir enfrentándolo como lo estoy haciendo.
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Derramaré Tinta
TienerfictieEste libro es la segunda entrega del primer libro titulado ENTRE SANGRE Y TINTA. Es necesario leer el primer libro para entender este. (~) Sería fácil asumir que las heridas sanan con el tiempo y que las desiciones q...