CAPÍTULO 29

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Cuando las cosas son dichas de esa forma, es muy raro no prestarles atención.

Es muy raro dejar de pensar en todas las cosas que me acaba de confesar y hay mil razones detrás de todo lo que pasó, pero sigo queriendo saber mucho más.

Sé que hay más.

Me separo de él un poco y lo miro a los ojos, intentando ver en lo más profundo de él, como si con eso pudiera revelarme mucho más sin la necesidad de palabras pero la realidad es que las palabras son lo unció que tenemos para poder decir todo, para poder hacernos entender, son tan importantes que a veces ni siquiera les prestamos la atención que necesitan.

El cuidado con el que deben de ser formuladas porque en el momento en el que se dice una palabra, no hay marcha atrás, no hay manera de que el viento la borre como si nunca hubiera sido dicha.

-Ven.

Pasa por mi lado y yo lo sigo con la mirada curiosa de saber qué es lo que quiere.

Abre la puerta de la sala de examinación y me mira esperando a que camine hacia él.

Lo hago, paso y él me sigue.

Lo miro esperando a que me diga que hacemos aquí.

Se acerca a un cajón y mi corazón se dispara como un loco al ver que cajón es, es en donde está mi blusa.

La saca con sumo cuidado y me mira.

Yo lo miro a él y luego a la blusa que parece tan delicada entre sus manos, la sostiene como si fuera de cristal y con la más mínima presión se podría romper.

-Sé que debí de habértela regresado pero no pude, era mirarla o tenerla y recordar que existes, que eres real. Me equivoque contigo Haler, mucho, jamás me había equivocado, la razón siempre era la que dominaba mi pensamiento y creía que no exista ninguna persona buena, fue la primera de muchas veces en las que estuve equivocado, tú me hiciste bajarme de mi ego y admitir mis errores.

Extiende la blusa hacia mí y yo lo miro a su rostro totalmente sorprendida.

Veo la blusa y la tomo con manos algo temblorosas, insegura, pasando mis pulgares por la suave tela, sintiendo una opresión en el pecho como si supiera que ya no me pertenece.

Trago el nudo que se formó en mi garganta y lo miro de nuevo.

-Necesitas tiempo Haler y pretendo dártelo, lo que no pretendo es alejarme, no hasta que hayas escuchado todo lo que tengo por decir.

¿y después?, ¿qué pasará después?

Todo mi cuerpo esta tan consiente y despierto que siento todas mis terminaciones nerviosas, sé que estoy hipersensible, también sé que necesito tiempo para poder enfrentar la parte final de esta historia, de nuestra historia, ¿soy asi de fuerte o asi de cobarde por el hecho de que me esté dando tiempo y me aferro a él con todas mis fuerzas?

Asiento y me alejo, paso a la estancia principal, tomo mi bolso con rapidez y camino a la puerta con decisión sintiendo muchas emociones que son contradictorias, quédate, huye, bésalo...tengo tanto que pensar, tanto que admitir que me aterra confrontarme a mi misa.

Confrontar que entre los dos...

Los dos somos culpables.

Los dos cometimos errores.

Pero jamás he sido buena para enfrentar mis propios demonios y miedos.

Abro la puerta y salgo de ahí.

Camino al elevador y presiono el botón con más fuerza de la necesaria.

Las puertas se abren, entro y no es hasta que las puertas se cierran que vuelvo a respirar, que respiro mil y un veces, que mi pecho sube y baja con rapidez y que un sentimiento de estúpido alivio se instala en mi pecho.

Derramaré TintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora