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            Suspiro mientras termino de calzarme mis tacos negros, ya sé que mis pies van a doler todo el día por llevarlos puestos, pero son necesarios, verme bien en mi trabajo es muy importante. Me acerco al espejo de mi habitación para verificar que todo esté en orden, mi vestido bordó de mangas largas no tiene ni una sola arruga, mis medias negras me abrigan del frío que hace afuera y mi pelo castaño se encuentra con sus ondas naturales. Hoy no tengo ganas de usar maquillaje, así que solo aplico máscara de pestañas y un labial también bordó, ya estoy lista para ir a trabajar. Me giro y miro mi cama con un puchero, tengo muchas ganas de dormir por diez horas más. Pero el deber llama, hace tres años me recibí de contadora y hace varios años trabajo en la empresa de mi familia, tengo grandes responsabilidades dentro de ella y debo comportarme a la altura.

Luego de un rápido desayuno, tomo mi auto para poder andar esos quince minutos que me lleva, hace tres años me independicé, mis padres me regalaron un apartamento cuando me gradué y yo no podía estar más feliz. Amaba vivir con ellos, pero ya hacía mucho que quería mi propio espacio, en ese entonces tenía veintidós años y creía que era lo que necesitaba, y no me arrepiento.

-Buenos días – saludo al entrar a la recepción del gran edifico donde trabajo, C&L Corporation.

-Buenos días princesa – me saluda mi padre, él siempre espera por mí en la recepción para subir juntos por el gran ascensor - ¿Cómo estás?

-Bien papi – digo llegando a él para abrazarlo y dejar un beso en su mejilla - ¿Tú?

-Estoy bien. Tu padre está histérico porque no vas a visitarlo, pasa a saludarlo – me pide y yo río. Cuando tenía ocho años Alexander y Oliver nos adoptaron a mí y mis dos hermanos, así que tengo dos papás.

-Fui el martes, y hoy es jueves – digo riendo, papá Oliver es todo un dramático.

-Ya sabes cómo es – dice suspirando mientras se abren las puertas del ascensor, papá me deja pasar para después hacerlo él - ¿Qué tienes que hacer hoy?

-Ya sabes, números, número y más números, lo mismo de siempre – suspiro con cansancio – Tengo que buscar un nuevo lugar al que la fundación pueda ayudar – le comento a papá, la empresa tiene una fundación que ayuda económicamente y con otros recursos a algunos lugares, algunos de ellos son un hospital pediátrico, un albergue de mujeres y niños en situación de violencia, orfanatos, y también tenemos un plan donde ayudamos a personas de bajo recursos a buscar trabajo y también les damos una vivienda, claramente que la pagan con su trabajo, esa es la parte que más amo de la empresa.

-Me parece genial, ¿lo hablaste ya con Oliver? – papá Oliver no trabaja en la empresa, pero sí es parte de la fundación, él se había recibido como asistente social, y la fundación había sido su idea.

(Re)encontrándonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora