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Mi humor estos días deja mucho que desear, sé perfectamente que estoy insoportable y que mis hermanos hacen un esfuerzo sobrehumano para no mandarme a la mierda.
La extraño, joder la extraño tanto, la necesito a mi lado, sus besos, sus caricias, sus risas y que me hable de cualquier cosa, extraño incluso los silencios entre nosotros. Extraño hacerle el amor hasta quedar agotados, enredado uno en los brazos del otro mientras nos decíamos cuánto nos amamos. No hay un puto día que no me arrepienta de no haberla llamado durante esos diez días, de no haberle contado antes sobre Harper, porque sé que si ella hubiera sabido todo lo que esa chica pasó, no hubiera dicho nada. Estoy tan cabreado conmigo, todo lo que toco lo arruino, merezco estar solo en esta puta vida.
-Hunter ya basta – me dice Izan a mi lado, ambos vamos en la camioneta, recién buscamos unos repuestos que necesitamos en el taller y es hacia allí donde nos dirigimos ahora.
-¿Qué? – le gruño.
-Vas a partirte la mano si sigues apretando así – me dice señalando mis manos, que están completamente blancas alrededor del volante – Se tiene que terminar la autocompasión, ¿extrañas a Olivia? ¡Entonces búscala joder! Si sigues sin hacer nada, ella no va a venir por ti, solo le demuestras que ella no vale nada para ti.
-¡Ella es mi vida maldición! – le grito.
-¡Entonces demuéstralo! – Me grita él de vuelta – Haremos un plan, prepararemos algo para que Olivia te perdone, se aman y merecen estar juntos.
-¿Haremos?
-Sí, haremos, te ayudaré y lograré que Sky también lo haga – me dice muy seguro de sus palabras y yo le sonrío, no sé qué hice de bueno en otra vida para merecer un hermano como él.
-Gracias – digo casi en un susurro.
-Para eso estamos los hermanos – me palmea mi hombro y yo tomo mi celular entre mis manos, Harper es quien me llama.
-Harper, ¿qué sucede? – Pregunto con mi ceño fruncido, ella nunca me llama.
-Olivia está acá – me dice y siento como mi jodido corazón comienza a latir con fuerzas.
-¿Qué dices? – digo con un hilo de voz.
-Que Olivia está acá, quiere hablar contigo y está esperándote en tu oficina – me informa y yo abro mi boca sorprendido, al mismo tiempo que acelero aún más la camioneta.
-Por favor, no dejen que se vaya – le ruego y corto la comunicación.
-¿Qué sucede? – me pregunta Izan con el ceño fruncido.
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(Re)encontrándonos
RomanceUna vieja amistad, 17 años sin verse, un reencuentro inesperado. Sus vidas habían cambiado, ya no eran aquellos chiquillos de ocho y diez años, ya no se dejaban humillar por nadie, ya habían madurado y encontrado su camino. ¿Pero qué pasa cuando s...