XLVIII

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            El viaje se me hace eterno, no se precisar cuánto tiempo realmente pasó, pero yo lo siento como si fueran sido horas

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            El viaje se me hace eterno, no se precisar cuánto tiempo realmente pasó, pero yo lo siento como si fueran sido horas. Cuando la camioneta se estaciona, pasan unos pocos minutos hasta que mi puerta se abre y enseguida sé quién es, no habla, pero mi cuerpo lo reconoce, siento los bellos de mis brazos erizarse e inconscientemente muerdo mi labio inferior.

-Hola pequeña – me saluda con su gruesa voz y yo aprieto mis piernas, mis hormonas no están ayudando en este momento.

-Hola – susurro.

-¿Estás preparada? – Yo asiento con mi cabeza, pues las palabras no me salen – Gracias chicos – le dice a nuestros acompañantes, ellos nos saludan y Hunter me toma en brazos, un pequeño chillido sale de mis labios – Nunca voy a dejarte caer – me susurra en mi oído mientras cierra la puerta de la camioneta, sé que eso que dice es una promesa.

-Lo sé.

Hunter camina unos pasos conmigo a cuestas en completo silencio, puedo sentir como la camioneta de Izan se va del lugar, tengo la necesidad de arrancarme la venda, pero no lo hago, no quiero arruinarle la sorpresa a Hunter. Él me baja suavemente de sus brazos y se coloca detrás de mí, lo siento nervioso y eso hace que me ponga nerviosa yo, suspira y lleva sus manos al nudo del pañuelo que me mantiene sin visión.

-Bienvenida a nuestro hogar – me susurra al momento en que el pañuelo sale de mi vista, pestañeo varias veces para acostumbrarme a la luz y abro levemente mi boca al ver todo lo que me rodea. La casa donde Hunter se crió, frunzo mi ceño sin entender qué hacemos realmente allí, por eso giro mi cabeza para mirarlo y pedirle explicaciones – Pensé que ahora que vamos a tener un hijo, él se merece vivir en una casa, me encantaría que él crezca acá. Que ustedes vivan acá, y tal vez, si tú me dejas, yo puedo vivir con ustedes, y juntos formar una verdadera familia – nunca lo vi tan nervioso a Hunter, eso y lo que acaba de decirme hace que mi corazón estalle – Lo que estuve haciendo todo este tiempo es acondicionar la casa para nosotros tres – me explica, yo voy a abrir la boca para contestarle algo pero él no me deja hablar – No digas nada, primero quiero que la veas, después dame tu opinión – me pide y yo asiento con mi cabeza.

Enseguida noto que en el alero de la entrada de la casa está decorado por nuevos muebles, una hermosa hamaca de jardín de madera donde ya me puedo ver hamacándome con nuestro hijo mientras le doy el pecho, y del otro lado una mesa pequeña con unos sillones.

Hunter toma mi mano y enseguida noto como ésta le suda, le dejo una caricia en su dorso, intentando calmarlo, y él suspira mientras tira de mí para que juntos entremos. Cuando entramos noto todos los cambios, las paredes están recién pintadas, los muebles son todos diferentes, está mucho más moderna pero no deja de ser hogareña, la amo, amo cada uno de los detalles. Camino hacia la chimenea, donde veo que hay algunas fotos sobre ésta, y sonrío, hay una foto del día del asado en casa de mis padres, en ella se encuentra toda mi familia y los chicos, a lado de ésta hay una foto mía con Hunter en el club, otra de la ecografía de nuestro hijo y la última somos Hunter y yo de pequeños, enseguida se me llenan los ojos de lágrimas mientras tomo la foto entre mis manos.

(Re)encontrándonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora