XXXIV

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            Quince días pasaron desde mi discusión con Hunter, quince días con mi corazón roto, fingiendo de día que todo está bien, mientras que las noches las paso llorando

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            Quince días pasaron desde mi discusión con Hunter, quince días con mi corazón roto, fingiendo de día que todo está bien, mientras que las noches las paso llorando. Y todo esto me está pasando factura, ya hace unos días que no me siento bien, no sé si es por la falta de sueño o por la falta de comida, ya que no me he estado alimentando bien, mi estómago tiene un nudo, donde no entra nada de comida. Paso cansada e irritada, me cuesta horrores concentrarme en lo que hago y eso me frustra muchísimo, mi mente siempre se va a ese motero de ojos grises, queriendo estar entre sus brazos, pero me lastimó demasiado como para poder perdonarlo.

Ha intentado hablar conmigo en repetidas ocasiones, me ha llamado, mandando mensajes e incluso ha ido a mi casa, pero no le he abierto la puerta, ni atendido las llamadas y mucho menos respondido los mensajes. Necesito mi tiempo, ya luego veremos que sucede con nuestra relación.

-Buenos días – Samuel y Lowell entran a mi despacho, como siempre, sin tocar la puerta, y se sientan en las dos sillas libres que están delante de mi escritorio. Ninguno de los dos me deja un segundo sola, se las apañan para venir a mi despacho con cualquier excusa, y yo agradezco eso, porque en soledad es cuando peor paso.

-Ya los vi varias veces esta mañana – les respondo, mientras aparto mi mirada de mi computadora y la fijo en ellos.

-Pero ahora es la hora del almuerzo – dice Samuel y yo bufo.

-Tengo mucho trabajo, salgan ustedes.

-De ninguna manera Oli, no estás comiendo nada, y nosotros nos vamos a encargar de que al menos algo comas hoy.

-No tengo hambre.

-No nos interesa, y aparentemente a nuestra familia tampoco, hoy hay almuerzo familiar – dice Samuel mirando su celular.

-Chicos...

-No Oli, no vamos a excusarte, tienes que comer algo por Dios. Estás bastante más delgada, pálida y con unas ojeras que ni tu maquillaje las puede tapar. Vas a tener que empezar a hacer algo por ti, y urgente.

-Gracias por decirme que me veo espantosa Low – digo con ironía y Samuel ríe, mientras Lowell niega con la cabeza.

-Venga, vamos – me dice levantándose de su lugar, y caminando hacia mí para obligarme a hacer lo mismo – Sabes que si no vienes con nosotros el tío Oliver vendrá a buscarte y va a hacer un escándalo – yo bufo, porque tiene razón y me paro de mi lugar, justo en ese momento todo me da vueltas y me afirmo a mi escritorio.

-Oli, ¿Estás bien? – me pregunta preocupado Samuel viniendo hasta mí, pero es Lowell el que rodea mi cuerpo con sus brazos.

-Estoy bien – digo cuando el mareo ya pasó – Solo fue un mareo.

-Joder Oli, tienes que comer – me regaña Samuel y yo asiento con mi cabeza.

-Vamos – pido y los tres comenzamos a caminar hacia el ascensor, yo caminando en el medio de ellos dos, con ellos muy atentos a cada uno de mis movimientos – Ya estoy bien, de verdad – intento tranquilizarlos.

(Re)encontrándonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora