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Alessandro Lombardi
"YA PUEDO OLER LA VICTORIA".

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—¿En serio aún sigues haciendo eso?— inquirí con sorpresa, él está sentado frente al televisor mientras mueve rápidamente los botones del control de la consola desde una de la sillas de la barra con bastante incredulidad.

—Sí.

Fue seco y claro.

—¿En serio sigues jugando con esa niña?.

—Alessandro no empieces.

Me levanté de la silla en un impulso y me posicioné al lado de la pantalla plana en la que jugaba, lo observé y parecía no haberme escuchado.

—¿No empieces?, ¿¡No empieces!?— le grite mientras me reía con ironía.— ¿Crees que está bien enamorar a una chica y utilizarla para hacer una unión millonaria de nuestras familias?, dime de una maldita vez, ¿¡crees que está bien!? Massimo.

Se levantó del sillón dejando el mando a un lado, su mirada es agresiva, no la despega de la mía, se acercó lo suficiente para sentir su agitada respiración acariciar mi rostro.

—Deja de ser tan doble moral, porque cuando tú metías chicas a tu habitación para follártelas y luego desecharlas, te recuerdo que nadie dijo nada, así que deja de hacerte el correcto cuando tú has sido peor, que ahora estes con una chica de la realeza no te tiene que convertirte en "buen chico"—remedó unas comillas con sus manos —Si igual vas a hacer con ella lo mismo que has hecho con todas, tú bien sabes que hago esto por nuestra familia así que antes de criticarme deberías agradecerme— explicó en casi un murmuro.

—Esas chicas sabían que era el único vínculo que íbamos a compartir, así que yo no las engañé, en cambio tú estás haciendo creer a Vania que la quieres cuando realmente ni siquiera te interesa nada de su maldita existencia, al menos podrías decirle lo que pasa y no dejando que se haga ilusiones— y con eso me di la vuelta abandonando el salón. Prefiero que me arrolle cuarenta veces un auto a seguir gastando mi tiempo con él.

—¿Y poner en riesgo la manera en la que vivimos?, estás loco— vociferó con seguridad.

En serio no puedo creer que sigan con eso, se que no soy un santo, pero no me hace falta lógica para saber que no es lo correcto y lo peor es no poder decir nada, porque sin esa relación nuestras familias quedarán en la ruina.

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Axel Davis.

—Dylan, sé que arrepentirme no sirve de nada pero por favor perdóname, haré lo que quieras en serio pero no me dejes en este momento, sé que la cargué como siempre y soy un idiota pero en serio quiero arreglar esto— supliqué tras el teléfono.

Derrotado dejo el teléfono sobre mi muslo mientras analizó el ambiente del aeropuerto, dude mucho en ir a a la entrevista pero si ya hice algo ma no puedo hacer que otra cosa me salga igual.

O si me sale así, por lo menos lo intenté.

Aarón ya se fue, mis padres siguen en Hong-Kong, Dylan brilla por su ausencia, y ya no tengo mas nombres en que pensar, así que sí, estoy solo.

Cuando me pongo a pensar en las personas que dicen que el dinero compra la felicidad, tienen algo de razón, pero mírame, mi tarjeta tiene mucho dinero, pero a mi alrededor no hay nadie, y no es algo que pueda comprar.

—Pasajeros del vuelo N-ABL por favor ir a su puerta de embarque número treinta y dos— dijo una voz femenina por los parlantes del lugar.

Me levanté tomando mi bolso dirigiéndome hacia la puerta que indicaron, había una pequeña fila para ingresar, al llegar al principio las personas del avión revisaron mi papeles y me dejaron entrar, ciertamente los vuelos comerciales en clase turista no son mi cosa favorita, siempre hay un bebé llorando, alguien que ronca como tractor o simplemente la comida es asquerosa.

𝘈𝘍𝘛𝘌𝘙 𝘈𝘓𝘓 ☁︎ [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora