Capítulo 25

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Capítulo 25

Por primera vez en toda su vida Sirius Black se sentía tremendamente nervioso.

Tal vez incluso al punto de vomitar.

¿La causa?

Una apuesta. Una cita. Una chica.

Él no era del tipo de chico al cual le causaba problemas acercarse a una chica, por lo general era todo lo contrario.

Las chicas venían a él, pero esto era diferente. ¿Una cita? Eso para Sirius era terreno desconocido.

La chica a la que debía invitar no era fea, era bastante bonita  dentro de sus parámetros establecidos para juzgar la belleza.

Cabello oscuro a la altura de los hombros, ojos de color azul profundo y piel pálida que hacia resaltar sus enormes ojos azules.

Según su amiga pelirroja era: “La chica misteriosa de la biblioteca”

Nadie conocía su nombre ni mucho menos a que casa pertenecía, su ropa era bastante excéntrica.

La chica abusaba del color rojo, era como si el rojo fuera su segunda piel y si la veías de lejos te parecía que su ropa estaba hecha de fuego, como si fuera una antorcha humana.

Extrañamente los ojos azules y la ropa de color rojo le recordaban a alguien pero él no supo identificar a que, no al menos en ese momento.    

La muchacha se movía ágilmente entre los polvorientos estantes de la biblioteca, como si fuera costumbre de todos los días además deslizaba los dedos por la tapa de los libros a modo de decir: “un libro es mejor si es agradable al tacto”, junto a ella en la mesa de estudio había una pequeña pila de tres libros y al parecer la chica buscaba un cuarto. Por lo que él vio ella no tardó mucho en decidir parecía bastante contenta con su elección ya que sonreía ampliamente.

O simplemente había encontrado lo que tanto había buscado.

Era ahora o nunca, Sirius armándose de todo el valor que tenía a paso vacilante se acercó ya que “la chica misteriosa” era algo intimidante, más que intimidarte su presencia imponía Poder.

Sirius estaba seguro de que si ella le ordenaba que corriera en círculos alrededor del lago él probablemente lo haría.

—Esto… ams…uhmm ¿Hola? —dijo el chico dudoso. 

La chica sonrió y se giró para ver quien le había saludado, pero al ver de quien se trataba abrió los ojos como platos y se le cayeron los libros que llevaba en el brazo los cuales provocaron un ruido sordo que resonó en toda la biblioteca.

—¿Hola?—respondió ella igual de dudosa, mientras recogía sus libros del piso mientras susurraba para sí misma “Que torpe soy”.

—Déjame, te ayudo—murmuró Sirius.

Ella le echó una mirada desconfiada, pero el muchacho ni se inmuto mientras recogía un libro.

-“Los cuentos de Beedle el Bardo”- leyó y no puedo evitar una sonrisa.

Era un libro para niños pequeños muy común en el mundo mágico, su madre solía leérselo antes de dormir pero a él no les gustaba la versión de su madre porque la lección al final de cada cuento siempre era “los sangre puras siempre ganan”, pero después descubrió gracias a su prima Andrómeda Black que los cuentos eran diferentes.

Había sido su libro favorito de niño. Cuando era NIÑO.

—¿No lo has leído?—preguntó Sirius

—No

Y se armó un silencio muy incómodo. ¡Gran comienzo Sirius! Se dijo a sí mismo.

—Gracias por ayudarme—habló al fin ella rompiendo el incómodo silencio.

La Merodeadora EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora