Capítulo 49

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La pregunta de Sirius rebotó en su mente como una pelota. No se había esperado algo así, es más, ya se había resignado a la idea de no ir al baile. El muchacho la miraba atento, esperando su respuesta, pero la cabeza de la chica no parecía procesar las cosas del todo bien.

—¿Qué?—fue lo único que tras mucho pensar fue capaz de soltar.

Sirius sonrió ampliamente.

—Te acabo de preguntar si querías ir al baile conmigo. ¿Demasiado perpleja ante la idea de ir con alguien demasiado guapo como yo?—interrogó con burla.

—¡Arrogante!—siseó automáticamente la pelirroja, para luego dedicarle una pequeña sonrisa—Sirius, no necesito de tu consideración. No quiero que vayas al baile conmigo por lástima.

Esta vez fue el turno del muchacho de quedarse perplejo.

—¿Qué estupidez estás diciendo? No quiero ir al baile contigo por lástima, Maisie—aclaró fastidiado—Quiero que seas mi pareja de baile porque es divertido estar junto a ti. Las demás chicas son un completo fastidio.

—¿Enserio?—cuestionó la chica con timidez  y Sirius asintió—En ese caso, está bien. ¡Iré contigo!—chilló feliz arrojándose a los brazos del muchacho.

—Tranquila, Maisie—rió Sirius divertido estrechando a la chica entre sus brazos—Sabía que en el fondo, te morías de ganas de ir conmigo al baile.—la molestó.

La pelirroja le dedicó una mirada de fastidio y de paso le dio un ligero golpe en el hombro.

—Tonto. Aún así me alegra ir contigo.

Sirius iba a contestar, pero el sonido de unos pasos los alertó a ambos, obligándolos a separarse de su abrazo. Últimamente los malos entendidos estaban de moda en la sala común de Gryffindor, y ni Maisie, ni Sirius querían ser parte de ellos.

Con Gretta Jussieu habían aprendido la lección a las malas.

—Canuto, ¿sabes dónde...?—la frase quedó en el aire.

Maisie sintió como nuevamente aquella ola depresiva la envolvía, y aquel molesto ardor se instalaba en su pecho. Estaba molesta y muy triste.

—¡Maisie!—soltó sorprendido—Yo... Te había estado buscando.

—Estuve toda la tarde en la oficina de  McGonagall, oyendo su sermón—explicó con calma la pelirroja mientras se ponía de pie—Estoy cansada, me voy a dormir—anunció sin hacer contacto visual con James—Buenas noches, Sirius.

—¡Espera!—la detuvo el muchacho de anteojos—Y-yo... M-me preguntaba—parecía muy nervioso—Es decir... ¿Ya tienes pareja para el baile?—interrogó en un vano intento de parecer casual.

—Sí, ya tengo. Iré con Sirius—declaró la pelirroja con una pequeña sonrisa—Acaba de pedirme que vaya con él.

«¡Como tú decidiste ir con esa maldita víbora de Melodía!» se abstuvo de gritar.

James no dijo nada. Es más, su rostro se tiñó de una expresión que la pelirroja no supo descifrar.

(...)

—¡Está horrible! ¡Parece un trapo sucio!

Maisie suspiró cansada. Ya era el séptimo vestido que se probaba durante aquella tarde y ya estaba cansada, pero al parecer nada conseguía agradar a June.

Maldita la hora en que había pedido su ayuda.

A paso lento se acercó al mostrador del local, donde un anciana mujer le dedicó una dulce sonrisa, gesto que la pelirroja no tardó en devolver. Al parecer era la dueña de la pequeña tienda.

La Merodeadora EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora