XII. ¿Hay Que Escondernos...?

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Un mes había pasado entre visitas y miradas cómplices de Lan Zhan hacia Wei Ying, ambos pasaban por esa etapa de coqueteo donde todos sabían que solo necesitaban un momento para olvidarse de que el mundo giraba a su alrededor. Wei Ying conocía cada vez más a Lan Zhan, y cada detalle lo enamoraba aun más de lo que ya estaba.

Sin embargo, ambos se habían tomado las cosas enserio y ocultaron sus salidas de todos excepto los más cercanos. Primero, era mejor así, menos gente, menos complicaciones. Segundo, la nota que había recibido Wei Ying y las insistencias del tío Qiren de no volver a ver a Wei Ying les había dado a entender que por ahora no era bueno que supieran que se estaban viendo.

- Gracias, la película fue muy divertida. – dijo Wei Ying con un helado en mano

- La escogí para ti. – contestó Lan Zhan

- Pero deberías empezar a pensar más en ti. De verdad que yo amaré cada cosa que tu ames. – Wei Ying paró cerca de una jardinera. – Ven, quedémonos un poco

- ¿No tienes frío? – preguntó Lan Zhan

- No, tú me das el calor que necesito. – confesó Wei Ying, Lan Zhan se puso nervioso por aquello y cambió de tema

- Mañana... voy a comprar unas cosas para mis conejos.... ¿quieres venir?

- Oh, ¿aún los tienes? – dijo Wei Ying sorprendido

- Mn, tengo otros 2. – dijo Lan Zhan

- ¿Les buscaste pareja? – Wei Ying no esperaba esa cara en Lan Zhan, había algo mal. - ¿Qué?

- Es que... compré un par de hembras

- Ajá...

- Pero... - Lan Zhan sentía tanta vergüenza. – Ellos no... los que me diste...

- Los conejos que yo te di, ajá

- Ellos solo quieren estar juntos e ignoraron a las hembras... - las orejas de Lan Zhan enrojecieron seguido de la risa escandalosa de Wei Ying

- No puede ser. – Wei Ying incluso estaba llorando de tanto reír. – Bueno, al menos no tendrás un millón de conejos. A menos que los conejos machos también desarrollen la capacidad de tener bebés como nosotros

Wei Ying había hecho un chiste de poco gusto para los transeúntes, quienes, al escuchar el comentario de "tener bebés como nosotros", las caras de disgusto fueron bastante evidentes. Lan Zhan las había notado y se molestó al respecto, tomó la mano de Ying y lo sacó de inmediato.

- Espera, Lan Zhan, ¿qué pasó?

- ¿No los...? Wei Ying deberías ser más cuidadoso. – dijo Lan Zhan parando

- ¿Cuidadoso? No entiendo. – Wei Ying lo miró extrañado

- Allá atrás, cuando reías... - Lan Zhan no quería decírselo sin que se sintiera ofendido

- Oh, hablas de la gente que mi miraba extraño y decía cosas de mí. – le contestó Wei Ying. – Lan Zhan, Lan Zhan, eso es mi vida diaria

- ¿Cómo? – Lan Zhan estaba sorprendido

- Verás Lan Zhan, la gente... - Wei Ying se trepó a la barda de una jardinera y empezó a jugar guardando el equilibrio. – la gente como esa, está por todas partes. – Wei Ying suspiró. Es cierto que el mundo está cambiando, pero obviamente, muchas otras cosas siguen siendo las mismas y para ser sincero, no creo que cambien, al menos no mañana.

- Eso no es justo. – Lan Zhan seguía con su vista atenta a Wei Ying, temiendo que cayera

- Nada lo es, pero... no puedo pelearme con cada persona que me mira mal o me dice alguna cosa fea acerca de lo que soy, ellos no van a cambiar el hecho de quien soy y yo tampoco lo quiero. – Wei Ying sonrió. – Además. aaaah

Deudas de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora