4. No eres como ella.

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El salón real se volvió loco. Todos discutían, puñetazos llovían de un sitio a otro y Daenys solo podía observar a una persona.

No le importó su padre, ni su hermana, ni su sobrino, aquí solo una persona había salido dañada y nadie parecía atenderle. Así que se metió entre las personas para agarrarle la mano.

“Aemond.” —le susurró en forma de apoyo y observó como este apretaba la mandíbula.

“No, ¡no me toques!” —le dijo bordemente y apartó la mano.

Pero Daenys no desistió, se quedó a su lado.

La reina y su hermana discutían mientras el rey intentaba recuperarse del disgusto.

“Está claro que no podéis vivir juntos así que al primer rayo de sol Rhaenyra, Laenor y sus hijos se mudarán a Rocadragón.”

Su padre anunció y su corazón se encogió. Su hermana se marcharía, ya no viviría más a su lado.

La gente empezó a moverse yéndose de la sala del trono y Daenys se quedó parada en aquel sitio.

“Lo siento.” —escuchó decir a Aemond.— “Tú no eres como tu hermana. No tienes la culpa.”

Daenys lo observó detenidamente. Ella no era como su hermana, pero era su familia. ¿Por qué no podían vivir en paz?

“Daenys, deberías ir a descansar.” —detrás suya habló Aegon pero sintió un tirón en la mano haciéndola seguir a Aemond.

“¿A dónde me llevas? Debes curarte eso.”

Siguió a Aemond intentando detenerlo. Sólo llevaba una tela ensangrentada en el hueco del ojo.

Él no contesto, entendió todo cuando se encontró frente a una dragona. A lo que Daenys se soltó y dio pasos hacia atrás para no acercarse de más.

“Ella es Vaghar. Y es mía. Perdí mi ojo pero conseguí a mi dragón.”

Le escuchó hablar, pero para Daenys escuchaba a un loco. Su cuerpo entero temblaba ante la mirada del dragón.

“¿Qué te ocurre?”

Aemond se acercó tocándole la cara.

“Y-yo... no quiero acercarme.”

“No debes temer Daenys. Vaghar no te dañara porque yo no la dejaría.”

“Aún así es enorme.”

“Si.” —Aemond dijo con orgullo.— “Es la más experimentada de aquí. Le perteneció a Visenya Targaryen y peleó en la conquista.”

“Lo sé, he leído sobre ella.”

Aemond la ayudó a sentarse sobre unas piedras mientras recuperaba el aliento.

“Por eso no quiero que te sientas culpable. Tú no eres como tu hermana.”

“Yo no soy como Rhaenyra pero ella es mi hermana. No sé qué quieres decir. Porque si yo tuviera que defender a mi hijo, lo haría como ella o peor.”

Se detuvo al verle la herida.

“Quiero decir...”

“Yo quiero decir...” —Aemond la interrumpió.— “... Que no te veo como veo a Rhaenyra.”

“Ahora nos verás peor.” —intentó hacer una broma pero se golpeó la mejilla al notar el contexto.— “lo siento, no quería decir eso.”

“Me da igual. Bromea lo que quieras pero tengo un dragón.”

Un silencio se acomodó entre ambos.

“Tú no eres como ella.” —volvió a escuchar aquello en un susurro.

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🚦 Historia de mi invención basada en la Danza de dragones que se encuentra en la obra de Fuego y Sangre de George R.R Martín. ¡NO de permite su copia!

Daenys, la azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora