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Aegon y su hermano Viserys entrenaban juntos de nuevo. Aemond se había marchado dando por finalizado el entrenamiento pero ambos hermanos seguían cernidos en aquella pelea con espadas de madera.

Detrás de ellos, Maelor, menor que ellos, y Aenys, más menor aún, los imtaban con unas espadas de madera más pequeñas. Y aunque no les intruian aún para pelear, los más pequeños jugaban a ser caballeros imitando a su tio-padre, Aemond. Y a un escudero que su madre había escogido en especial para los más pequeños llamado Harwin.

“Ya va, ya es hora de comer, renacuajos.”

Daenys los observaba desde las escaleras, llevando en brazos a su segundo hijo Jaehaerys que no había celebrado más de tres días del nombre.

“¿Cuántas veces te voy a regañar? No debes cogerlo así.”

Su padre Aemond que se había apartado hacia un rato ya, la regañó cogiendo en brazos al pequeño.

“Tienes mucha barriga ya, puedes hacerle daño si cargas cosas.”

“¡Mi hijo no es una cosa!”

No pudo defenderse pero si ofenderse.

“Ya entiendes a lo que me refiero.”

Aemond entró al castillo esperando que todos lo siguiera. Y así fue, de repente tuvo una fila de niños y su esposa detrás siguiéndole a la sala de estar para comer juntos su cena.

En la cena se encontraban todos los niños y también la única niña de la casa, Jaehaera.

La pequeña hija de Aegon, que ya había crecido para ser una mujercita y Daenys no podía evitar ver las miraditas que su sobrino Viserys le dirigía, mientras que ella las dirigía a su sobrino Aegon. Sufrió por un momento, por la niña que le gustaba alguien poco más mayor que ella, por Viserys que le gustaba alguien mayor que ella y por su hijo, Aenys que estaba prometido a ella desde antes de nacer. Y entonces se planteó romper aquel matrimonio y tener una niña que robara también miradas.

Así terminó embarazada otra vez, intentándolo una y otra vez. Si no era con uno, era con otro y cada día terminó haciendo el amor al menos cuatro veces, siempre dejándolos terminar dentro de ella. Y algo dentro de sí se lo decía, aquella vez era una niña.

“No puede ser que sepas que va a ser, Dae.”

Una vez terminó de cenar volvió a su habitación donde estaba Jace y se lo dijo segura, sería una niña.

“Yo lo sé. Lo siento en mi corazón. Será una niña.”

Ambos se dirigieron a la cama, Daenys se tumbó de lado pillando la posición más cómoda y él se tumbó detrás de ella acariciándole la barriga desde atrás.

“Si te desnudas, podría darte un masaje.” —Jace insinuó.—

“Si me desnudo, me darás más que un masaje.”

“¿Y? ¿No te gustaría.”

Daenys le respondió quitándose el vestido por encima, él la ayudó quitándose los ropajes haciéndola tumbarse de nuevo, ahora sobre su espalda.

“Bebe, hermosa. Mamá cree que eres una niña pero eso es lo de menos. Lo más importante es que te querremos seas lo que seas.” —Jacaerys le hablo a su estómago y ella lo observó apoyada en sus codos.— “ahora, vamos a relajar a mamá.”

Jacaerys le dio un beso en la barriga, luego dos, tres, cuatro... fue bajando por cada beso que daba, hasta que llegó a su punto más sensible, chupándolo con la lengua.

“hmmm, mamá. La mamá.  Vamos a darte placer.”

Él introdujo dos dedos en su sexo mientras seguía lamiendo su centro. Su humedad facilitaba la prenetración de sus dedos, haciéndola gemir del placer.

“Jace, Jace.”

Lo agarró por la cabeza haciendo que se juntara más a su clítoris.

“Me voy a correr, Jace.”

“Hmmm, ¿la mamá se va a relajar?”

“Habéis empezado sin mi.” —Aemond apareció y conforme lo vio, vio que se quita a la ropa.—

“No pude evitarlo. Si la hubieras visto, de nuevo toda excitada y con los pezones ergidos que se veían a través de su vestido.”

Las palabras de Jacaerys la excitaron más corriendose en sus dedos.

“Ay no, me has distraído.” —se llevo los dedos a la boca chupandolos.—

Aemond se colocó a un lado de la cama agarrándole la mano, que se la dirigió a su pene erecto.

“Tócame, Daenys.”

Su voz tan profunda la hechizó y lo masturbó sin preámbulos, moviendo la mano de arriba a abajo sin apartar la mirada de él.

La apartó hacia Jacaerys cuando lo sintió entrar en ella.

“¡Jace!”

Escuchó un gruñido por Aemond y comprendió que había apretado la mano. Lo ignoró moviéndola de nuevo ahora recibiendo gemidos.

“Me voy a correr, Daenys. Y me voy a correr en tus tetas.”

Aemond la aviso poniéndose de rodillas a su lado, dejando su verga muy cerca de su boca así que la metió dentro mamando rápidamente. Sintió el líquido caliente en su garganta, en el fondo.

Entonces sintió la semilla de Jacaerys en ella también haciéndola gemir.

“Dios, si, os amo.” —alzó lo brazos hacia arriba y cerró los ojos placenteramente durmiéndose a los pocos minutos.—

El embarazo la tenía así, llegaba cogía lo que quería, y volvía a dormirse.

La pequeña Visenya le dio dio patada haciéndola moverse incómoda. Ella también quería dormir.

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Con esto termino definitivamente lo que es el fic de Daenys, la azul. Me ha costado escribirlo sobretodo por la cantidad de episodios que escribía al día pero me siento bien. Espero que os haya gustado, y si es así seguid apoyándolo mucho. Yo seguiré escribiendo, como siempre. ¡ Hasta la próxima !

Daenys, la azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora