41. ¿Cómo estar juntos?

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A Daenys le había sorprendido lo bien que había funcionado el plan de Aemond, no solo porque habían terminado con él sino porque ella misma se había ocupado en incenerar a su cuerpo haciendo algo que quiso haber hecho hacia mucho tiempo.

“¡Dracarys!”

El cuerpo del rey se fundió con el fuego de su dragón, Skypie. Ante todos, era la viuda del rey, y le daban palabras de consuelo.

La única persona que sabía lo que había ocurrido, se acercó a ella para susurrarle.

“Ya lo han encontrado.” —le susurró Aemond.—

“¿Ya?” —exclamó feliz.— “sabia que no estaba muerto.”

“No lo sabías, solo has tenido suerte.”

Daenys comenzó a andar hacia el castillo, con Aemond siguiéndole.

“Quiero ir ya a por él.”

“Hay un problema, los piratas piden una recompensa por él.”

“Me da igual, mi sobrino vale todo el oro del mundo.”

Por fin podría reunir a los hermanos de nuevo. No dudaría en tomar vuelo para ir a por él, pero ahora que era la reina, cosa que no dudaría pues estaban en periodo de escoger al futuro rey y estaba segura de que sería su sobrino Aegon.

“Puedo ir yo.”

“De acuerdo, pero no te pares en ningún lado, traelo directo aqui, por favor.”

Aemond asintió y aquel mismo día salió de viaje a por él.

En ese periodo, no pudo esconder más su embarazo.

Esto cambian las cosas.”

Unos de los Lords levantó la voz.

“El hijo del último rey debe ser el heredero.”

No esperaba que su propio embarazo provocará otra discusión más.

“No podemos volver a la misma guerra de antes.”

Otro de los señores habló.

“Solo hay una manera de solucionarlo. Que ambas familias vuelvan a unirse.”

“Rhaenyra solo tuvo niños. ¿Qué pasa si la reina tiene un niño? Debe ser el heredero.”

“Y si es una niña debe desposarse con uno de los niños de Rhaenyra.”

Daenys sufrió por como hablaban de sus sobrinos y su propio bebé.

“Señores, ¡basta!” —se levantó golpeando la mesa.— “yo misma soy esa unión. Yo, que peleé al lado de mi hermana, me uní a Aegon y le di un heredero. Porque si no fuera por mí, estarían pensando en el hijo de Rhaenyra, Aegon, o en el hijo de Aegon, Maelor. ¿Cierto?”

Los señores se mantuvieron en silencio.

“Saben que por los lazos que me unen a uno y a otro, yo los escucharé a todos. Sin importar a que bando apoyarán en la guerra. Y yo criare a este niño en mi vientre y a los niños que yo no parí pero quiero como míos, para que se respeten y apoyen el reinado del rey que decidan.”

Todos estuvieron de acuerdo con su discurso, aún así uno insistió.

“Si la reina tiene una niña, se casará con un hijo de Rhaenyra, y si tiene un niño, con la hija de Aegon, Jaehaera.”

Con eso había terminado la reunión y Daenys sintió las revueltas en su estómago con ganas de vomitar.

Cuando alguien le sujeto el cabello desde atrás, mientras ella vaciaba su estómago en el suelo del pasillo. Justo afuera de la sala de reuniones.

“Gr-gracias.” —levantó la mirada encontrándose con aquellos ojos que reconocería en cualquier sitio.—

“¡Jace!” —no sintió miedo de lanzarse a sus brazos, aplastandolo en un abrazo y haciéndolo reír.—

“Debemos escondernos, Dae.”

Asintió y dejó que le agarrara la mano para guiarla a una habitación más solitaria.

Allí pudo observarlo más detalladamente. Su cabello corto, una cicatriz en su mejilla derecha y su cuerpo tapado con una túnica.

“¿Qué haces aquí? ¿Cómo has llegado aquí?”

Le acarició la mejilla con la cicatriz y le dio un beso en ella.

“Gracias a Aemond.”

Se sorprendió que ellos dos se ayudarán mutuamente. Al final ellos se habían enfrentado en la guerra, uno en bandos distintos.

“Me trajo en su dragón.”

“¿Y Aemond? Traía a Viserys con él.”

Jacaerys asintió con la cabeza.

“Ya lo vi.”

Él colocó una mano en el vientre femenino.

“Pero estoy aquí para verte a ti. Ya está algo bultado.”

Daenys comprendió que él sabía que estaba embarazada ya.

“Jace, el bebé puede que...”

“No sea mío, lo sé. Pero no me importa. Yo estaré a tu lado.”

Daenys apartó la mirada, incapaz de ser sincera.

“Aunque sigamos casados, estás muerto para todos, Jace. ¿Cómo podemos estar juntos así?”

“Me da igual si solo estamos juntos a solas, si tengo que morir por tus manos, si aún estás con él, si tengo que compartir tu corazón, yo estaré contigo.”

Por supuesto, Aemond le había contado sobre ellos dos también.

“No puedo hacerte eso, Jace. A ninguno de los dos.”

Daenys se separó, y salió de la habitación dejándolo allí plantado.

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🚦 Historia de mi invención basada en la Danza de dragones que se encuentra en la obra de Fuego y Sangre de George R.R Martín. ¡NO se permite su copia!

Daenys, la azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora