5. Sangrado.

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Faltaban unos meses para que se diera su catorce día del nombre pero ahí estaba. Aquel color rojo sangre manchándola y dañándole el estómago. Las lágrimas no tardaron en aparecer.

No llores niña. Ya era una mujer.” —la septa Cria la ayudaba a limpiarse.

“No puedo evitarlo. No sé...” —el hipo apareció.— “no quiero sangrar.”

“No es nada malo. Al contrario, ya verás que feliz se pone el rey.”

Ahí estaba. La razón por la que lloraba. Ahora el rey seguiría insistiendo en lo mismo.

“¡Ya eres una mujer! Hija mía.” —fue lo primero que escucho de su padre al llegar a la sala del trono.— “eras tan pequeña y ahora... mírate. Toda una mujer.”

“No es para tanto. No cambia nada.” —intentó quitarle importancia.

“Claro que lo cambia.” —escuchó la voz de la reina detrás de ella y se giró en su dirección.

“La reina tiene razón.” —el rey habló.— “No debemos tardar en encontrarte al mejor esposo.”

“Yo no quiero un esposo.” —Le gritó al rey sin pensarlo.—

La sala quedó en silencio y la reina se acercó al rey.

“La princesa está nerviosa. Es normal, no hay demasiados nobles que se acerquen a tu valor.”

“Tienes razón. Mi hija no se desposara con cualquiera.” —el rey se levantó apoyándose en su bastón.

“Por eso tenía al candidato perfecto en mente. Desde hace mucho tiempo.”

La reina se acercó a ella acariciándole los rulos de su peinado.

“¿A quién te refieres?” —la observó con detenimiento.

“Al príncipe. Aegon Targaryen.”

“¿¡Qué!?” —escuchó el grito de su padre.

“Si, ¿por qué no? Son Targaryen, nobles, de la misma familia.”

“Y-yo ...” —Daenys no supo como refutarlo. Sabía que eso convencería a su padre.— “No creo que sea buena idea.”

“¿Por qué no?” —la reina insistió y ambas miraron al rey.

“Hija, ¿te he contado el sueño que tuve? Desposaria a mi hija con mi hijo. El sueño, debe ser esto.”

Estuvo a punto de gritarle que ella no se casaría por un sueño que él hubiera tenido quince años atrás pero entonces aparecieron los dos hermanos.

“¿Madre nos llamaste?” —preguntó Aegon.

“Solo te llamé a ti. ¿Qué hace aquí Aemond?” —la reina miró al más pequeño.

“Tenía curiosidad de que querías con mi hermano.”

“Aegon acércate.” —el rey lo llamó ignorando a su otro hijo.— “¿No te gustaría casarte con Daenys?”

“¿¡QUÉ!?” —se escuchó el grito de Aemond.— “No, no, no, no.”

Aemond se acercó a ella agarrándola de la mano, e interponiéndose entre ella y Aegon.

“Nadie se va a casar aquí.”

“Aegon está en edad de casarse. Daenys también. ¿Qué tiene de malo?” —el rey lo observó con curiosidad.

“Pues que... ¿por qué no Aegon y Helaena? Solo se llevan meses.”

El rey subió la cabeza alzando la corona.

“Y, ¿por qué el interés? Lo más lógico sería casar a Daenys con Aegon y luego casarte a ti con Helaena.”

“¡No quiero! ¡No!”

“¿Por qué?”

“Porque yo me casaré con Daenys.”

Aemond levantó la cabeza como el rey, sin corona, pero con el mismo orgullo.

“¿Por qué lo dices tú? Pero, ¿qué dice Aegon, tu hermano mayor?”

Todos observaron a Aegon. Quién solo miro de refilón a su hermano, así que sin apartar la mirada del rey contestó.

“Yo me casaré con Daenys.”

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🚦 Historia de mi invención basada en la Danza de dragones que se encuentra en la obra de Fuego y Sangre de George R.R Martín. ¡NO de permite su copia!

Daenys, la azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora