18. Aegon II

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Aegon la había hecho llamar a su habitación, donde podrían hablar a solas. Daenys no quería ni verlo pero estaba notando todo el apoyo que tenía Aegon en la corte y no solo en ella sino fuera también.

“¿Querías verme?”

Le preguntó sin acercarse a él.

Se encontraban en la habitación que le había pertenecido a su padre. En ella todavía se encontraba la maqueta de Valirya y Aegon estaba sentado frente a ella, viéndola.

“Siéntate junto a mi, Daenys.”

Ella le obedeció y junto a él miró la maqueta.

“¿Qué quieres hacer ahora?”

Aegon le preguntó.

“Quiero ver a mi hermana.”

“Eso está fuera de mis capacidades.”

“Pues vaya rey estás hecho.”

“Daenys.”

Aegon se levantó violentamente de su silla para dirigirse a ella. Quedando de pie mirándola.

“No puedo hacer eso pero puedo darte lo que quieras.”

“¿Por qué? ¿Por qué conmigo si? Rhaenyra es tu hermana también.”

“Ni Rhaenyra, ni el viejo que se pudre ahora mismo eran mi familia. No lo entiendes. Él pudo follarse a mi madre y dejarla embarazada pero ahí terminó toda nuestra relación. Igual te pasó a ti.”

“¡Eso es mentira! Era mi padre.”

“Tu padre te dejo tirada, cuando habías perdido a tu madre y te dejo en manos de cien septas viejas que te obligaban a ver a su segunda mujer y a sus hijos.”

Aegon se arrodilló quedando a su altura y acariciándole la mejilla.

“Pero aún así tú fuiste la única que nos trato como su familia. Sin importar que fuéramos hijos de otra mujer.”

“Padre también nos quería.”

“Padre perdonó que mutilaran a su hijo y no hizo nada por nosotros. Pero él me dejó dos cosas buenas en su vida.”

Aegon se acercó a sus labios, relamiéndose los suyos propios.

“El trono y tú.”

Aegon la besó suavemente, como nunca lo había hecho. Casi con cariño.

“Aegon.” —se separó de él.— “yo estoy prometida,... a tu hermano.”

“Eso ya no tiene valor. Yo soy el rey. Puedo anularlo y casarte conmigo.”

“Tú ya estás casado, Aegon.”

Si, pero yo no sería el primer Aegon en la familia con dos esposas.”

“¿Y para que me quieres? Ya tienes tres hermosos hijos.”

“De ti no quiero hijos, Daenys.”

Aegon le agarró por la barbilla subiéndole la vista hacia él.

“Quiero casarme contigo, dormir contigo, comer contigo, follar contigo, vivir contigo, procrear contigo, reinar contigo. Puedes ser mi reina Rhaenys, igual a mi, mi primera mujer.”

“No, no puedo. Aemond y yo, estamos hechos el uno para el otro. Mañana es su día del nombre y ya podemos casarnos.”

“Daenys,... lo siento tanto por ti.”

“¿Por qué?”

“Aemond, ¿sabes dónde está?”

“No, no lo veo desde ayer.”

“Él es mi máximo confidente, fue a tomar nuestro primer aliado con los Baratheon. ¿Qué crees que le dijimos a Lord Baratheon? Para que nos reciba, para escucharnos.”

Daenys negó con la cabeza.

“A Aemond. Él mismo se ofreció, para casarse con una de las hijas de Lord Baratheon.”

“¡Eso es mentira!”

Se levantó enfadada, gritando y pateando el suelo.

Aegon se levantó también agarrándole la mano.

“Comprendo tu dolor, mi amor. Tú pusiste toda tu confianza en él. Pero te lo dije, él crecería.”

“No, no, no. Le has obligado.”

“No hice tal cosa. Él es mi familia.”

Daenys se dio la vuelta, sin querer mostrarle las lágrimas que comenzaban a caer por sus mejillas.

“Es mentira, harías cualquier cosa para separarnos.”

“Daenys.”

Aegon la abrazó por detrás, apoyando la mejilla sobre el hombre de la princesa.

“Te lo prometo, yo no le obligué a nada.”

Ella se negaba a aceptarlo. Aemond la amaba. O eso siempre había creído.

“Si tanto me quieres, déjame ir. Déjame viajar a Essos. Aunque sea una vez en mi vida.”

“No puedo dejarte ir sola. ¿Qué pasa si te ocurre algo?”

“Iré con Skypie. Él me cuidará. Ha crecido mucho y es capaz de viajar grandes distancias ya.”

“Si te pasara algo...”

Aegon comenzó a besarle el cuello.

“Si algo te pasara y yo te he dejado ir... no me lo perdonaría nunca.”

“Por favor, Aegon.”

Daenys se dio la vuelta para mirarlo a los ojos.

Viéndolo dudar, ella atacó donde más le afectaba. Se acercó abrazándolo y comenzó a darle besos en el cuello.

Aegon la agarró con una mano por las caderas y con otra por la nuca, mantiéndola muy cerca de él.

“Prometeme, prométemelo. Que cuando termines tu viaje, regresaras a mi.”

Daenys se separó, agarrándole las mejillas y asintiendo con la cabeza.

“Si.”

Aegon asintió también y volvió a besarla, esta vez más pasionalmente. Abrazándola sin dejarla moverse lejos de él.

“Aegon, por favor.”

Se separó de él aunque la tuviera agarrada muy fuertemente.

Lo dejó ahí parado. Daenys no sabía si volvería a verlo y se sentía mal por manipularlo así, aprovechándose con aquellos sentimientos que él tenía hacia ella. Nunca se hubiera considerado una mujer así, pero necesitaba ver a su hermana.

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🚦 Historia de mi invención basada en la Danza de dragones que se encuentra en la obra de Fuego y Sangre de George R.R Martín. ¡NO de permite su copia!

Daenys, la azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora