22. Maldición.

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Llegaron al patio paseando. No habían vuelto a hablar pero Daenys necesitaba una conversación para acabar con el silencio.

“Siento el cambio repentino de prometida, quizás preferías a la otra.”

Daenys bromeó golpeándole suavemente el hombro.

“No.”

Ella volvió la vista al frente recibiendo aquella respuesta tan escueta.

“Yo lo si-siento. No sé si deba contártelo.”

Jacaerys se disculpó.

“Seré tu esposa. Puedes contarme cualquier cosa.”

“Tú- ¿estás intacta?”

Aquella pregunta la pilló desprevenida.

“También estuviste prometida antes.”

“Yo sigo intacta, ¿por qué esa pregunta? ¿Tú has estado con alguna mujer?”

Jacaerys volvió a mirar hacia adelante, sin hablar. Y Daenys se puso nerviosa por esa pausa tan repentina.

“No pasa nada si lo has estado. Ya sabes como es este mundo, que protege el placer de los hombres sobre el de las-”

“¡No a mí!” —Jacaerys la interrumpió.— “no me protegerá a mi.”

“¿Por qué? ¿Has estado con alguna mujer casada?”

Daenys comenzó a impacientarse por tanta evasiva.

“Si estaba casado.”

“¿¡Con un hombre!?”

Jacaerys le tapó la boca rápidamente y la movió haciéndola mover más fuera del castillo.

“¡No grites así y menos eso!”

“No-no me esperaba eso de ti.”

“Nadie lo espera.”

“Pero no te preocupes, Jace. Te preocupas demasiado. Eres el príncipe y heredero al trono de hierro. Nadie te dirá nada por follarte a alguien.”

“Pero tengo que casarme contigo.”

“Jace, Jace, Jace. Aprendí hace mucho que el matrimonio no es sinónimo de amor, ni de placer. Es sólo una obligación.”

“¿Quién te enseñó eso?”

Daenys volvió a agarrarle el brazo para caminar.

“La ex reina Alicent Hightower.”

“¿Eso has pensado todos estos años?”

Daenys no podía contarle su relación con Aemond, ni aquella cosa que tuvo con Aegon. Temió que él la odiara.

“Si.” —mintió con una sonrisa en su rostro.— “no es algo nuevo, así que no temas por mi.”

Siguieron su camino en silencio. Daenys no tuvo más palabras para su prometido. Y tampoco quería escucharle hablar más.

Estaba claro que ella estaba maldita a vivir con un prometido que no la quería.  Pero su situación había empeorado, pues ahora su prometido ni siquiera la deseaba.

Despidió a Jacaerys cerca de las habitaciones y volvió a ver a sus pequeños sobrinos con su hermana.

No se dirigió a Rhaenyra primero, pues sabía que conversación le sacaría. Sin embargo se acercó a volver a jugar con Viserys.

“¿Cómo está el príncipe más guapo de todos? Eh, si. Tú, cariño.” —lo cogió en brazos y escuchó la queja de unos de los niños a lo que se rió.—

“Serás buena madre, y eres la mejor madre que yo hubiera querido para mis nietos.”

Escuchó a Rhaenyra pero Daenys siguió centrándose en Viserys. No quería soltarlo, y un pensamiento pasó por su mente.

Quizás era su cuerpo el que hablaba, todas las mujeres que había conocido tenían al menos dos hijos con su edad y ella ni siquiera estaba casada. ¿Quería tener hijos? Nunca se había planteado aquello pues siempre había estado con un hombre que la deseara pero ahora estaba prometida a uno que ponía en duda sus relaciones físicas. Y sin ello, no podría tener hijos.

“¿Estás bien?” —le preguntó su hermana preocupada.—

Daenys se pregunto porqué lo decía pero entonces sintió las pequeñas manos del príncipe en sus mejillas y sintió las lágrimas caer.

“Y-yo. S-s-si. Solo estaba sintiéndome... nostálgica. Cuando te pregunté si de mayor sería capaz de tocar el cielo.”

Rhaenyra se rió y se acercó para abrazarla con Viserys aún en sus brazos.

“Y has sido capaz, con tu dragón no solo has tocado el cielo sino que lo has volado.”

“Tienes razón.” —forzó una sonrisa asintiendo.— “Skypie es mi dragón.”

Daenys recordó la conversación que una vez había tenido con Aemond.

Ella ya tenía un hijo y era el único que la quería y protegía. Su dragón azul.

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🚦 Historia de mi invención basada en la Danza de dragones que se encuentra en la obra de Fuego y Sangre de George R.R Martín. ¡NO de permite su copia!

Daenys, la azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora