𝑽𝒊𝒆𝒓𝒏𝒆𝒔, 9 𝒅𝒆 𝒂𝒃𝒓𝒊𝒍

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Michael y yo vamos hacia el campo de fútbol. Yo me quedo en las gradas, mientras que Michael baja al campo con los demás jugadores.

-Pensaba que era una broma. -Alex aparece por detrás y se sienta a mi lado, me mira con espanto.

- ¿El qué?

-Que Michael y tú habíais vuelto.

No puedo evitar poner cara de disgusto y soltar una risa. Como siempre, los rumores falsos se expanden por todo el instituto.

-No hemos vuelto, simplemente hemos decidido llevarnos bien, aunque él prefiere que volvamos.

- ¿Y por qué no habéis vuelto? 

-¿Cómo voy a estar con Michael y pensando en Logan?

-Ya lo has hecho.

-Exacto, y acabó mal.

Dirijo mi atención al campo. De repente aparece Logan. Baja hasta el campo sin siquiera mirarnos. Se acomoda su traje y tira su mochila hacia el banquillo.

No hemos intercambiado ni una palabra desde que discutimos, el tema de dejar a Michael sigue estando un poco controversial entre los dos, y siempre acabamos sacándolo en alguna conversación por mucho que los dos lo evitemos. Ni siquiera me mira, no puedo intentar hablar con él así. Michael y yo hemos estado quedando y hablando estos días, pero no me ha preguntado por Logan, y no me veo en la necesidad de contárselo.

El entrenador toca el silbato y todos empiezan a correr alrededor del campo.

-Por cierto, ¿qué pasa con tu fiesta de cumpleaños? -Pregunta Alex mientras abre una bolsa de patatas fritas.

-La va a organizar mi madre, como siempre...

-Eso no ha sonado muy alegre.

-Desde luego que no. Quería, por una vez, organizarla como yo quisiera. Son mis dieciocho, joder.

-La fiesta será un fiasco...

-Gracias por los ánimos. Pero no lo creo. Me quejo, pero sé que mi madre organizará una fiesta increíble, su fiesta de los dieciocho apareció en el periódico local.

- ¿Enserio? Pues entonces no tienes nada de qué preocuparte, menos estrés para tu belleza facial, la cual tienes que mantener radiante para ese día.

Los chicos paran de correr para ponerse a jugar. Las animadoras, mientras, se apartan a un lado de los banquillos para entrenar. Hannah está entre ellas, las dirige y de vez en cuando les grita. No sé cómo Leyna puede soportarla. En cuanto Leyna nos ve viene hacia nosotros.

-Por Dios, necesitaba descansar un poco de Hannah. -Se sienta en la grada, agotada.

-Ya estabas tardando en quejarte. -Le digo riéndome.

Los chicos corren de un lado a otro, dándose golpes y pasándose el balón. Y en unos segundos, veo a Logan y a Michael chocar de frente el uno con el otro y han caído al suelo.

Voy corriendo hacia ellos y, por un instante, pienso en ayudar a Logan, pero no le voy a dar esa satisfacción, le voy a dar donde más le duele. Me acerco a Michael y lo ayudo a levantarse.

-Oye, ¿estás bien?

-Sí, no pasa nada, ha sido un golpe flojo. -Pone esa típica sonrisa tonta cuando ve que le ayudo a él.

- ¿Flojo? Podríais haberos abierto la cabeza.

-Lotty, exageras. -Dice Michael riéndose.

Miro a Logan. Está molesto y sigue a Michael con la mirada. Aparta los ojos de Michael para mirarme a mí. En el momento en que nuestras miradas se cruzan mis latidos empiezan a aumentar su ritmo. Esos ojos llevan una tormenta en su interior, pero es una tormenta que él solito se ha buscado. Fui a verlo, quise ayudarlo, y solo me dijo que me fuera, que no esperara que le dirigiera la palabra tan pronto.

𝐋𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐝𝐢𝐦𝐨𝐬 𝐞𝐬𝐜𝐨𝐧𝐝𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora