𝑽𝒊𝒆𝒓𝒏𝒆𝒔, 20 𝒅𝒆 𝒏𝒐𝒗𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆

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Al salir del instituto espero a Arthur para ir con él a casa de mi tía Grace. Le prometimos que hoy iríamos a cenar a su casa. Me despido de mis amigos y me monto en el coche. 

De camino en el coche me paro a pensar en cuando me encontré a Arthur con Leyna en la fiesta. Quería hablar de este tema más profundamente, pero no había tenido la oportunidad hasta ahora.

-Oye, Arthur. Nunca llegamos a hablar seriamente de lo que pasó con Leyna. Quería hablarlo más a fondo.

-Pensaba que ya había quedado bastante claro.

- ¿Has hablado con Henry?

- ¿Y qué le digo? "Oye, Henry, me lié con tu novia en la fiesta, pero tranquilo, no fue algo serio". ¿Es que quieres que me mate?

-Conozco a Henry. Si lo habláis y se lo explicas de la misma manera que me lo explicaste a mí, no se enfadará.

-Lotty... A veces es mejor no contar algunas cosas. Entiendo que te sienta mal lo ocurrido, pero si hablo con Henry crearé un problema innecesario y le dará más importancia de la que Leyna y yo le hemos dado. Así que, por favor, dejemos el tema ya. -Vuelve su mirada triste a la carretera.

Puede que tenga razón y que yo le esté dando demasiada importancia. Pero no deja de ser una infidelidad. Está claro que yo no voy a ser la que hable con Henry, pero tarde o temprano las cosas salen.


Llegamos a casa de mi tía Grace y me pongo a hacer mis deberes antes de preparar la cena. A lo largo de la tarde, Michael me ha llamado un par de veces. Hace dos semanas tenía una sorpresa preparada, pero empezó a llegar el viento frío y hemos tenido que posponerlo para mañana. En vez de llevarme bañador me ha pedido que me llevase unos buenos patines para hielo. Puedo deducir a dónde me quiere llevar por los patines para hielo. Cerca de la ciudad hay un lago que en invierno se congela hasta haber un metro de hielo. Llevo sin patinar sobre hielo bastantes años, y la verdad, me da vergüenza caerme delante de Michael, así que hace unos días pedí a mis amigas que me acompañaran al lago a enseñarme. El resultado fue un intenso dolor de costillas y un moratón en la cadera, como preveía.

-Chicos, la cena está lista, podéis ir sentándoos.

-Espera a que te ayudemos.

-No te preocupes, Arthur, vuestro tío me ayudará.

Mis tíos terminan de poner los platos y sientan a los niños pequeños en sus sillas especiales.

-Bueno, Charlotte, no nos contaste cómo os fue en la exposición a ti y Alex.

-El profesor nos dijo que lo hicimos bastante bien, nos quedamos en segundo puesto. Otra pareja ganó.

-Vaya... De todas formas, el segundo puesto no queda muy lejos del primero, tómalo como un reto. Tienes otra exposición a final de curso, si no recuerdo mal.

-Sí, espero que la siguiente sea la mejor.

- ¿Y cómo vas con tus amigos?

-Bien, fui con ellos a una fiesta de Halloween.

- ¿De verdad? ¿Cómo es que mi hermana te dejó ir a una fiesta?

-Porque no le dijimos que era una fiesta, sino un encuentro de amigos.

- ¡Mira mi sobrina! Y yo que pensaba que te quedarías en tu casa anclada para toda la vida. Eso sí, no te acostumbres a mentir a tus padres. Habrás escuchado la expresión de que los padres sabemos todo sobre nuestros hijos.

-Sí que la he escuchado, y no pienso mentir otra vez de esa forma, sería peor. Realmente, los padres no pueden saber todo de sus hijos. ¿Cómo vas a ser capaz de saber las vidas de tus dos hijos y tus tres hijas?

𝐋𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐝𝐢𝐦𝐨𝐬 𝐞𝐬𝐜𝐨𝐧𝐝𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora