C A P I T U L O 20

774 102 4
                                    

° V Y N E E A °

      —¿Rhys? —Mi mano, pequeña y con una piel rosada que nunca antes había visto, hizo bajar la manija de la puerta.
      Esta profirió un pequeño chirrido mientras era abierta. Un escalofrío me recorrió la columna pero, sin embargo, no temblé ante la conocida nada a la que me enfrenté.
      Me recibió una oscuridad densa, tanto que no podía vislumbrar la figura del mueble de escritorio que sabía que se hallaba a la derecha.
      —¿Rhysand? —Volví a preguntar con un hilo de voz.
      No era miedo lo que me abordaba. Aquella oscuridad, espesa y titilante no me asustaba, era asombro lo que me corría por las venas.
      —Vel, aquí —La voz de mi hermano, aun joven y divertida, me llamó desde un punto en la oscuridad.
      Esta misma se dispersó suavemente creando un corto camino. Mis comisuras se alzaron al verlo a él, en su habitual pijama sobre su cama  rodeado de pequeñas estrellas que se abrían paso en su propia oscuridad.
      Su cabello estaba desordenado y demasiado largo. Mamá lo había amenazado durante la cena, mañana ella misma se lo cortaría, Rhys casi se había puesto a llorar cuando ella le mostró las tijeras.
      —Ven, mira lo que he aprendido —Me invitó mientras se deslizaba por sus propias sábanas hasta crear un espacio para mi en su enorme cama.
      Asentí y la sonrisa creció en mis labios.
      Corrí, atravesando el corto espacio y la niebla de oscuridad en segundos, manteniendo las alas pegadas en mi espalda y no dejándolas caer hasta una vez hube escalado por completo la cama. Rhys alzó las suyas, gateé hasta estar a su lado inclinándome suavemente sobre su costado para ver lo que mantenía entre sus manos. Cuando yo dejé mis alas reposar sobre el colchón sentí como las suyas se cernían a nuestro alrededor, acariciando ligeramente mis hombros.
      —¿Qué es? —Pregunté observando el extraño resplandor entre sus dedos.
      Rhys dejó escapar una suave carcajada.
      —Estrellas —Mis ojos se abrieron con sorpresa mientras él abría los dedos poco a poco.
      Era un pequeño puñado de ellas, flotando entre sus dedos y reposando en sus palmas, entrelazadas por hilos de noche espesa y oscura que se retorcían de manera sinuosa por las curvas de las manos de mi hermano.
       —¿Cómo lo haces? —Pregunté.
      Él negó sin despegar sus ojos de sus propias palmas.
      —No lo sé —Respondió —Aun.
      Me reí cuando Rhys alzó su mano y pegó su palma a mi mejilla, las estrellas cosquillearon cálidamente contra mi piel, la oscuridad dejó un beso frío que me hizo apartarme entre risas.
      —¡Rhys! —Mi hermanó rió mientras volvía a mirar sus manos esta vez alzadas entre nosotros.
      Observé con admiración aquellas estrellas llenas de un brillo cálido y cegador, se parecían a las que llenaban el cielo de la ciudad durante el verano.
      —¿Has tenido pesadillas otra vez? —Preguntó mi hermano haciendo que las estrellas se apagaran lentamente en sus manos.
      Mis ojos siguieron fijos en ellas, en cómo poco a poco desaparecían y con ellas la niebla oscura que nos contenía en nuestro pequeño espacio.
      Rhys había dicho una vez que esa oscuridad era la noche de los soñadores, nuestra propia corte.
      La corte de los sueños.
      —No me gusta ese lugar —Mis labios se fruncieron en una sonrisa invertida, Rhys sonrió gracioso —Keir me da miedo.
      Él estalló a carcajadas y revolvió mi cabello con una de sus manos, bufé pero no lo aparté.
      —Normal, con esa cara arrugada y enfadada parece un bogge —Sonreí cómplice.
      Los brazos de Rhys me rodearon y tiraron de mi cuerpo hacia atrás a la vez que él se dejaba caer contra el colchón.
      —Duerme Vel —Sus labios dejaron un beso en mi frente. 
      Mi cuerpo, encogido entre sus brazos se arrimó en un intento muy infantil de acurrucarse aún más contra él.
      Mi hermano era mi hogar y sus brazos eran mi descanso.
      —Buenas noches Rhys.

 

° C A S S I A N °

      —¿Ella está bien? —Nesta se adentró en la habitación mientras yo me ponía rápidamente en pie.
      —Sí —Respondí deshaciendo el nudo de mis manos invisibles en aquel fino hilo tembloroso.
      Este se sumió en una oscuridad desconocida dentro de mí, vibrando lentamente mientras volvía a difuminarse y a ensordecer su ligera melodía.
       —Creo que está soñando o recordando, no estoy seguro.
      Mis manos temblaron ligeramente y me forcé a cruzar mis brazos sobre mi pecho, enterrando ambas manos en mi cuerpo lejos de los ojos de Nesta, quien, con un paso tranquilo, caminó hasta el lugar donde yo mismo me encontraba, con sus ojos fijos en Vyneea en su gesto ligeramente torcido.
      —¿Y tú? —Su atención se desvió en mi dirección, un escalofrío me recorrió la columna —¿Estás bien?
      —¿Por qué no lo estaría?
      Sudor frío me recorrió la nuca.
      —Porque Rhys es tu amigo y lo viste destrozado. Azriel describió que casi pierde el control de sus poderes, incluso ordenó a las espectros que llevaran a Nyx a su habitación en la Casa del Río.
      ¿Azriel había hecho eso? No me había percatado, ciertamente no había prestado atención al Cantor de Sombras durante aquellos escasos minutos, solo le había dado un vistazo mientras se había llevado a cuestas a Vyneea.
      —No es como si ella hubiera sido mi hermana Nes —Respondí, ella frunció el ceño ligeramente —Estoy bien, ha sido algo chocante…verlo así pero, estoy bien.
      Ella asintió y entrelazó su brazo con uno de los míos, reposando suavemente contra mi.
      La miré de reojo. Ella me había visto arrodillado ante Vyneea, con su mano entre las mías, ¿no había visto mi expresión? ¿la segura desesperación que me invadía en ese momento mientras trepaba y caminaba sobre ese fino hilo? ¿sobre ese lazo?
      Mantuve mi mirada sobre ella, aún vestía el vestido gris que había usado para la cena en Rita´s, aun tenía el kholt negro en sus ojos y el ligero color rojo en sus labios, su cabello seguía aferrado en su usual recogido pero varios mechones habían escapado y caían en ligeros rizos sobre sus homrbos.
      —¿Qué ves cuando la miras? —Fruncí el ceño.
      Nesta mantuvo sus ojos sobre la mujer en la cama y había algo en su mirada que no podía describir.
      Algo en el ambiente, en el aire que la rodeaba, había cambiado y parecía más pequeña aferrada a sí misma, con sus brazos rodeándola y sus hombros encogidos.
      Y lo que bailaba en sus ojos lo describiría como intenso, tanto que parecía arder pero, no con ese fuego frío que ella poseía, no, este era candente, demasiado caliente.
      —¿Qué quieres decir?
      Me enfrentó y sus facciones eran tensas.
      —Cuando la miras, cuando estas a su alrededor, ¿qué ves?
      Fui yo quien rompió el contacto y desvié los ojos a Vyneea.
      Su rostro seguía encogido en una mueca dolorosa e incómoda, su cuerpo se retorcía ligeramente en movimientos casi invisibles pero existentes, y sus labios estaban entreabiertos y dejaban escapar quejidos, palabras incompletas y sonidos sin razón. Su cabello se había dispersado por las almohadas y hacía un extraño contraste con las sábanas oscuras que la rodeaban.
      Nunca me había parado a pensar en que es lo que veía en ella, no más allá de su propia imagen pero, había algo que había notado desde el momento en que la había visto por primera vez. Ella era única, de una manera diferente a lo que nos resultaba diferente, ella era única en su propio ser, en la energía y magia que su propio cuerpo desprendía.
      Era como el retumbar de los timbales en un campo de batalla antes del baño de sangre, una melodía amenazadora que escondía un final desafortunado para unos y alegre para otros.
      Vyneea era un ser distinto en la propia esencia de lo que ella misma resultaba ser, por complejo que fuera de definir.
      —No estoy seguro —Respondí a la pregunta sin apartar mis ojos de ella.
      De cierta manera, más allá de aquel extraño rasgo había otras cosas que podía percibir, algo que resultaba atrayente, que te hacía mantener tu atención sobre ella pero que sin embargo, si no te fijabas con atención pasaba por completo desapercibido.
      —Lo noté desde la primera vez, en aquella cena —El tono de Nesta era tranquilo, completamente calmado pero con una pesadez que arrastraba sus palabras —Era una sensación pesada la que se extendió sobre mí cuando ella apareció. Es tan complejo de expresar. Era como si la magia en mis venas, como si lo que el Caldero me permitió conservar reaccionara con cierto respeto a lo que sea que ella fuera o sea.
      Mi corazón palpitó con fuerza y un  nudo tenso se cerró alrededor de mi garganta.
      —Nesta —Deslicé mis ojos sobre ella —Muerte, le robaste al Caldero la magia de la misma muerte.
      Ella asintió completamente consciente del pensamiento y el terror que se arremolinaba en mi ahora mismo.
      —Y esa misma muerte reaccionó o reconoció de alguna manera lo que ella es —Nesta se agachó quedando a la altura del rostro de Vyneea.
      Ella extendió su mano y acarició la mejilla de la joven quien en cuestión de segundos pareció relajarse.
      —Nesta —El miedo escaló por mis entrañas —¿Tienes miedo de ella?
      Nesta negó.
      Sin embargo deslizó su mano fuera de Vyneea y se puso en pie de nuevo, ella alzó frente a sí misma la mano que había tocado la mejilla de la mujer dormida y mi mirada quedó fija en su palma.
      Ennegrecida, como si hubiera tocado las cenizas de una chimenea o el polvo de una estantería abandonada.

Una Corte De Sombras Y Sangre© [CASSIAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora