C A P Í T U L O 10

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° V Y N E E A °

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° V Y N E E A °

Mi mano se extendió sobre la pequeña mesa de café y la deje caer suavemente sobre el brazo de Nesta, ella apartó las manos de su cara y me miró con los ojos abiertos con sorpresa.

—Yo...—Su voz tembló mientras desviaba la mirada y observaba la humedad en sus palmas —Lo siento, no debería molestarte con esto. No me conoces y tú...

Apreté suavemente mi mano sobre su brazo y la incité a mirarme de nuevo, con aquel gesto descompuesto. Sonreí sincera para ella.

—Está bien. Tienes derecho a estar asustada, tienes derecho a no querer que el resto lo vea —Sus ojos, semejantes a los de Feyre pero tan diferentes a la vez, escanearon mi rostro buscando algo —Si necesitas llorar puedo estar ahí para ti, si necesitas solo hablar puedo estar ahí también.

Y mi propuesta era sincera, no mentía al decir que me ofrecía como apoyo si Nesta lo necesitaba. Ellos me habían dado todo, literalmente todo, Nesta misma, ella era y había sido la primera que de manera discreta, sin intención de alardear de ello o de hacerse notar me había invitado a fundirme en su pequeño círculo gracias a los entrenamientos.

La morena cerró los ojos y se forzó a respirar calmando su llanto.

—Se siente muy diferente, ¿sabes? —Dio un largo sorbo a su té y se puso en pie acercándose a la gran ventana—Con respecto a lo que siento ahora con lo que sentía hace un año. La sola idea de demostrar mis miedos frente a alguien hace unos meses me hacía temblar, pensaba que todos, absolutamente todos desacreditarían mis sentimientos, pensaba que ellos merecían hacer eso por lo que yo era, por lo que había hecho.

Copiando su acción pero con obvia lentitud y sin la taza de té en mano me puse en pie. Sonreí inconscientemente al notar que aquella tarea cada vez era más y más sencilla. Nesta se giró y me observó de pie, un suave esbozo de sonrisa apareció en sus labios, su gesto aún empañado por la tristeza.

Extendió su brazo en mi dirección incitándome a sujetarme a ella, yo acepté gustosa.

Ambas decidimos aventurarnos al frío invernal de la noche de Velaris, caminamos lentamente hasta la pequeña terraza y una vez allí ambas nos apoyamos en la gruesa baranda de hierro.

Una Corte De Sombras Y Sangre© [CASSIAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora