C A P Í T U L O 39

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° E R I S °

      La mujer a mi lado era todo un enigma.

      Mis ojos recorrieron su demasiado delgada figura aún sobre la yegua. Sus piernas eran demasiado flacas, tanto que apenas podía percibir la tensión en sus muslos aferrándose a la silla de montar. Sus manos eran esbeltas, sus dedos largos y sus uñas sobresalían ligeramente de la punta de estos en un ángulo ovalado. No iban decoradas, sin ningun tipo de color o cuidado delicado.

      Su cabello, largo hasta más allá de su cintura, aunque ahora estuviera recogido en una simple trenza, era de un tono completamente contrario al negro azabache que tenía su hermano. Su piel y sus ojos también resultaban extrañamente diferentes.

      —Mantén la espalda completamente recta —Indiqué llamando su atención.

      Aquel par de ojos rojos recayeron sobre mí por primera vez desde que habíamos dejado los establos y corrales de la mansión.
      Su atencion habia viajado todo el tiempo de los perros que se arremolinaban y jugaban entre las patas de los caballos, al entorno y de nuevo a los perros hasta que cualquier otra curiosa que llamara su atención, así una y otra vez.

      —¿Así? —Preguntó mientras se erguía sobre el animal. Asentí en silencio.

      Regrese la mirada al frente y me percaté que en la lejanía, entre la copa dorada de los árboles, se comenzaba a vislumbrar el campanario del pueblo. Dudé por un corto momento si realmente sería una buena idea acercarnos a este pero, tras una corta discusión conmigo mismo, decidí que no sería nada malo que la gente del exterior se diera cuenta de la situación de Otoño.

      Quizás ella pudiera ayudarme en silencio en mi intenso desesperado de hacer que Beron volviera abrir los comercios o, quizás como una medida desesperada, me diera alguna solución temporal.

Una Corte De Sombras Y Sangre© [CASSIAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora