CAPÍTULO 35

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- ¿Señor?

Escucho que alguien le llamaba, sacándolo de la ensoñación que estaba. Parpadeo intentando saber que pasaba, dándose cuenta que el aún seguía parado en la graba, mirando a donde se habían ido sus amigos y Hinata.

- Hidan... ¿Qué haces aquí? Pensé que tu...

...también te irías.

Quiso decir, pero esas palabras eran unas que no podía decir aún.

- No señor Uzumaki, mi lealtad esta con usted...además ellos lo entenderán. Así que no se preocupe de que algo así suceda. Pero vamos, esta empezando a refrescar y usted debe descansar, dormir un poco.

Le puso una ligera manta, la cual agradeció porque le daba un poco de calor y cubría su ropa aun ensangrentada. Si alguien viniera y lo encontrara así, sin duda pensarían que acababa de matar a alguien.

Pero si ataque a alguien...a mi esposa.

Entre mas lo pensaba era más difícil asimilarlo. Lo que hizo, lo que sintió...era todo tan fuerte y tan intenso. Desde traición hasta arrepentimiento.

- No sé si pueda dormir.

- Lo hará, descansara y mañana las cosas se aclararán.

- Gracias...no se porque eres tan bueno conmigo, pero... gracias.

- Ni lo diga señor, es lo menos que merece de mi parte. Deles tiempo también a ellos, no pueden estar separados de usted. Eso lo se.

Naruto solo sonrió y lo dejo que lo condujera a su habitación. Porque solo por ese momento decidido que creería en las palabras de Hidan, pero los ojos perlas de dolor, posiblemente lo perseguirían toda la noche.

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Miro el reloj de la cómoda, dándose cuenta que daban las doce de la noche. Apenas había podido dormitar, porque cada vez que lo hacía, solo recordaba las palabras de Hinata.

Y es que ahora sabia sin duda que sus manos arrebataron la vida de alguien, y que había sido arrastrado a ello, y, aun así, eso no era lo que lo carcomía. Tal vez darse cuenta de eso lo perturbaba aún más.

Porque lo que lo tenía tan intranquilo era que Hinata declaraba que amaba aquello a lo que el temía. Aquello que siempre odio.

¿Por qué?

Quería preguntarle. Quería que le dijera porque sentía eso, como podía amar algo como el, aunque dudaba que aún lo hiciera después de lo que le hizo.

Froto sus ojos con ambas manos dando un suspiro de cansancio. La noche se le hacía eterna...y solitaria.

Se quedo meditando un poco hasta que solo tomo una almohada y la colcha de su cama saliendo de su habitación para recorrer aquellos oscuros pasillos y dirigirse para uno más al fondo.

La puerta destrozada se había ido al igual que el desorden. Entro notando de inmediato que alguien debió acomodar, porque las fotos que había arrancado al igual que las cosas, estaban todas acomodadas.

¿Qué pensaran los empleados?

Se pregunto pasando su mano por la madera del escritorio. Después de la escena que les dio, cuando había entrado solo había escuchado el murmullo de ellos, pero ya no los había visto de nuevo. Debian pagarles muy bien si aun continuaba trabajando para él.

Miro un pequeño sofá y se recostó. No sabía qué hacía en ese cuarto o porque volvía, pero simplemente sintió que era lo correcto. El lugar guardaba aun un ligero rastro del perfume de ella.

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