Carcosa, 05 de mayo de 1888
El gran momento había llegado. Los ojos de la nación se habían volteado hacia el evento más esperado del año; la boda del ilustre ministro de justicia Claude Chassier, con la dueña del restaurante más elegante del país, Elise Carrezio. La ceremonia tomaría lugar en el sagrado suelo de la Iglesia de Saint-Joseph, de acuerdo a los rumores esparcidos por la prensa —confirmados el día previo al suceso por el Diario Oficial de la República—.
En la plaza central y en las calles que llevaban a la congregación, una considerable multitud se había conglomerado, determinada a observar de cerca la polémica unión. Debido a la algazara y la cantidad espectadores, oficiales de la policía, del ejército y de la guardia gris habían formado una barrera humana en las afueras de la iglesia, armados de pies a cabeza, manteniendo el orden con su apariencia bélica y su actitud flemática.
Para bien o para mal, los proyectos que el ministro había levantado —antes y después de asumir su mandato en el gabinete ministerial— lo habían convertido en una figura pública de renombre; admirado por las masas por su enfoque progresista, temido por los conservadores por su fama y su influencia. Gracias a su determinación en establecer un código laboral nacional, a sus interminables enmiendas constitucionales y a su reciente anulación de la Ley de Economía Familiar, había hecho lo imposible, caído en la gracia de la clase obrera, en específico el proletariado sureño; un logro histórico, considerando el resentimiento antediluviano de los Merchanters hacia los funcionarios de Las Oficinas. Según el jefe del Sindicato Nacional Central, el muchacho estaba "cambiando la forma de hacer política", al usar la presión popular para garantizar la realización de su agenda personal, visitando casas de trabajo y prisiones, uniéndose a manifestaciones pacíficas, haciendo discursos en áreas pobres. Los otros ministros, acostumbrados a su manera retrógrada de gobernar, no entendían cómo el veinteañero había logrado subir al puesto de héroe nacional con tanta rapidez y agilidad, pero no se atrevían a contrariar sus deseos; el gigante público que atendió a la boda aquel día explicaba el porqué. Se había convertido en un personaje popular icónico, venerado por todos.
Además, que se estuviera casando con una mujer bien sucedida, independiente, dueña de su propio negocio, le daba una importancia superior a la ceremonia. Las diversas organizaciones que reivindicaban el sufragio femenino, veían su compromiso como una victoria moral; que uno de los hombres más reconocidos y poderosos de la nación llevara al altar una activista férrea, adinerada por su propio esfuerzo, sin demandar que abandonara su profesión, podría considerarse algo revolucionario, especialmente dentro de la esfera socio-económica que habitaban. En resumen, aquel día era uno transcendental, no sólo para la vida de los novios, pero también para la historia de las Islas de Gainsboro.
Sin embargo, aunque por fuera todo se viera hermoso, perfecto e idealizado, en los bastidores de la obra —a los que sólo tenían acceso sus participantes principales— el caos era imperante. Jean-Luc era testigo directo de aquello; de alguna manera había logrado estar presente en cada crisis y amenaza, siendo ambos oponente y aliado. Desde el plan de venganza que él mismo había ideado, a la promesa de Aurelio de traer pobreza y muerte a la vida de los involucrados, a la infidelidad de su hermano, él había visto y oído de todo. Conocía el grotesco guion que seguían como nadie y a decir verdad, tenía miedo de descubrir cómo terminaría la narrativa.
Pero lo que más temía, sobre todo, era las repercusiones de las mentiras de Claude —que hasta el momento alegaba no acordarse de lo ocurrido en su despedida de soltero—. Según el ministro, se había despertado en una habitación extraña, lado a lado con una de sus antiguas amantes, sin la menor pista de cómo había llegado allí o qué exactamente había pasado entre los dos. Nadie sabía si la mujer lo había forzado a algo, o si él simplemente había cedido ante sus propios caprichos bochornosos, pero el problema proseguía de la misma manera; se había acostado con otra dama, días antes de recibir la mano de su prometida en el altar.
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Traición y Justicia: El pasado es un misterio / #PGP2024
RomansaEl ministro de justicia Claude Chassier siempre se ha negado a hablar sobre su pasado, pese a las constantes indagaciones de su hijo, André. Pero cuando una serie de violentos asesinatos comienzan a ocurrir a su alrededor, amenazando su seguridad, l...