Acto 1: Capítulo 4

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—Buenas tardes, madame* Katrine—saludó André a la ama de llaves de la casa de su padre, entregándole el abrigo—. ¿Cómo ha estado?

La mujer, en la cumbre de sus sesenta y tres años, comandaba con el poder de un general a todo el sector doméstico de la mansión Chassier. 

Tenía la presencia de una institutriz austera y la personalidad afable de una abuela. Su cabello canoso estaba recogido en un moño apretado, prolijo, que no hacía más que reforzar su apariencia severa e intimidante. Sus ojos pequeños, rodeados por arrugas, instigaban más miedo con su mirada penetrante que cualquier reproche. A menudo se vestía de negro, por ser una viuda. Llevaba unos lentes de lectura colgando precariamente del cuello en una cadenita de oro y un chatelaine* dorado en la cintura —regalado por su patrón—.  

Era común verla zigzagueando por los pasillos de la casa, dando órdenes rápidas y precisas al puñado de criadas que controlaba. Con ellas, su carácter era duro, disciplinado, bastante profesional.  Ya con los dueños del hogar, era amable y sensible, dado que básicamente los había criado. 

Katrine trabajaba para los Chassier desde que tenía memoria; conocía a Claude desde su adolescencia. El ministro a menudo la molestaba, diciendo que tanto tiempo de servicio la había convertido en  miembro honoraria de la familia. Ella nunca lo diría en voz alta, pero oír eso siempre la dejaba al borde de las lágrimas.

—Bien monsieur André. ¿Y usted?

—Dentro de todo, también estoy bien. Al fin recibí noticias sobre mi libro, lo que es bueno... y también conocí a la hija del dueño del Colonial hoy. Es tan bella y educada como lo dicen los rumores, debo reconocer. Charlamos bastante. 

—¿Y monsieur Lavoie? ¿Logró conocerlo?

—No... el hombre sigue siendo un mito—se rio, sacudiendo la cabeza—. Según lo que ella me dijo, su padre no puede estar por ahí mucho tiempo porque tiene otros negocios a los que atender en la capital, pero no me mencionó cuáles. En fin, luego le cuento todos los detalles. ¿Sabe dónde se encuentra mi padre? Recibí una nota de su parte diciendo que estaría aquí y que me estaría esperando...

—Su padre no ha pisado esta casa desde que salió a trabajar por la mañana—Katrine hizo una mueca preocupada, mientras colgaba el abrigo en el perchero—. ¿Está usted seguro de que el ministro Chassier le dijo que estaría por aquí?

—Por lo menos eso es lo que escribió. Pero no sé, tal vez algo relacionado a su trabajo apareció a última hora. Con lo que pasó hoy en el restaurante Colonial, no me extrañaría—la mujer inclinó la cabeza a un lado, confundida—. Perdón, se me olvidó mencionar. Encontraron un cadáver abandonado en el segundo piso del Colonial, un poco después del mediodía.

—Dios santo—ella se llevó una mano al pecho, estupefacta.

—Sí y se pone peor. Por el estado del pobre, se cree que fue torturado antes de ser asesinado.

—Eso es terrible, absolutamente terrible. ¿Pero cómo apareció el cuerpo allí? ¿y cómo nadie alertó a las autoridades?

—No lo sé. ¿A lo mejor uno de los meseros está envuelto en el crimen?... Fue muy repentina, su aparición. Alguien lo implantó allí en plena luz del día, por lo que sin duda fue un trabajo interno.

—¿No hubo otros heridos?

—No, por suerte. No se escucharon disparos, ni una confrontación, nada... El cuerpo solo... apareció—comentó, apoyando ambas manos en su cadera—. No parece haber sido incidental, sino premeditado.

—Bueno... con un crimen de tales proporciones y bajo circunstancias tan peculiares, le doy la razón. Es muy probable que monsieur Chassier esté en su trabajo, o ayudando a monsieur Marcus a clarificar todo esto.

Traición y Justicia: El pasado es un misterio / #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora