Capítulo 12

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*Pov narrador externo*

Los rayos de luz comenzaban a bañar de color su cabello castaño, junto al sonido de los pájaros. No tardó en abrir los ojos perezosamente, mirando al techo. Aquella noche había dormido con una extraña sensación en el pecho que trató de ignorar. Se levantó de la cama, poniéndose algo de ropa y salió de su cuarto. Pensó que sería el primero en levantarse, pero un olor a cigarrillos comenzó inundar la planta baja. Arrugó la nariz, nunca le gustó del todo ese aroma. Caminó en silencio hasta descubrir donde Jeff, su hermano, se encontraba fumándose probablemente el primer cigarro de la mañana. 

El pelinegro se encontraba sentado en el escalón de la entrada. Se podía apreciar un contraluz, dejando ver su silueta de espaldas, junto al humillo que se desprendía del cigarro. Estaba en un total silencio, apreciando con sus ojos azules todo el bosque que los rodeaba y los primeros rayos de luz que se filtraban a través de los árboles. A pesar de que Liu se dirigía hacia la cocina sin emitir apenas sonido, se percató de su presencia. 

—Liu. —Lo llamó sin girar su cuerpo si quiera para echarle un vistazo, sus ojos seguían clavados en el paisaje.

—Dime. —Preguntó mientras abría el frigorífico. 

—Cuando bajé al sótano anoche, me fijé en algo. —Comentó.

Una pequeña alarma se instauró a una velocidad vertiginosa en el ojiverde, pero mantuvo la compostura, no iba a delatarse con sus gestos al menos. Mil preguntas pasaron por su cabeza, ¿se dejó algún cabo suelto? La llegada de Jeff y todo lo ocurrido aquellos días habían sido tan imprevistos, hasta tal punto de que sabía que podría haberse olvidado de algo. 

—¿Qué cosa? —Intentó de sonar desinteresado Liu. 

—Había sangre en el suelo y en las escaleras. No me suena haberla visto antes de irme de aquí.  —Seguía dándole la espalda. 

El pelicastaño se maldijo internamente, pero su semblante no cambió. 

—B.O.B. me pateó y caí por la puerta del sótano, estaba abierta en ese momento porque iba a bajar para darle algo de comer a la chica, lo olvidé al medio día. —Mintió, se le escuchaba incluso seguro de sí mismo a pesar de ello. 

—¿Ella le vio? —El tono de Jeff seguía neutro.

—Sí, casi se desmaya al verlo. —Otra mentira más. 

—Ya veo. —Apagó su cigarrillo contra el cenicero que tenía a su lado.

El ceño de Jeff estaba ligeramente fruncido. 

El frigorífico comenzó a pitar, avisando que ya llevaba demasiado tiempo abierto. Apretando la puerta de este con más fuerza de lo normal, lo cerró. Todo volvió a sumirse en un silencio.

—Falta leche. —Informó Liu, dirigiéndose a uno de los estantes de la cocina, buscando algo para desayunar.

El pelinegro se levantó estirándose un poco y se giró, entrando en la cabaña. Caminó hacia el sofá, siendo observado durante una fracción de segundo por el rabillo del ojo de Liu. Jeff abrió la cremallera del macuto, después de buscar sin mucho esfuerzo algo. Se dirigió hasta la mesa de la cocina, haciendo un ruido sordo que hizo que Liu se girase para verle. 

—Leche. —La mano de Jeff seguía sobre el brick que había depositado con fuerza sobre la mesa. 

—Gracias. —Respondió Liu algo seco mientras iba a cogerlo, sin embargo el ojiazul lo desplazó a un lado, fuera del alcance de este. La mano del pelicastaño se había quedado colgada en el aire por encima de la mesa. 

Clavó sus ojos en los de Jeff, los tenía filosos, casi acusadores. 

—¿Por qué ella está ahora tan obediente? —Preguntó cortante y sin rodeos. Su instinto le decía que algo ocurría.

Siempre en mi memoria (Liu, Jeff y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora