Capítulo 18

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*Pov Jeff*

La cabeza me da vueltas mientras aún corro por el bosque. Mis piernas parecen arder a cada paso que doy por el esfuerzo físico, pero tengo que resistir. Tenía un conjunto de sentimientos que no paraban de asfixiarme: culpabilidad, angustia y desesperación. Su herida se abrió por mi culpa, aunque no tuviera nada que ver, me hacía sentir que su malestar lo había provocado yo. Le dije que jamás me volvería a preocupar por él incluso si se moría, y ahora, se estaba muriendo. Me arrepentí de aquellas palabras. No quería perder a Liu, mi hermano, la única persona que a pesar de todo lo que he hecho, me mira como si yo fuera una persona y no un monstruo.

Su vida ahora estaba a contrarreloj. He tenido que confiar en _____, era la única opción que me quedaba. Sin embargo, en el fondo eso no me preocupa, hicimos una promesa y su mirada parecía sincera. Ella era demasiado transparente. Y su relación con Liu aunque la desconozco, sabía que no era mala, lo suficiente para que lo cuidara en mi ausencia.

La noche había caído hace un rato, debía ser tarde. Afortunadamente, salí del bosque y divisé por fin algunas luces que decoraban la pequeña ciudad. Me detuve unos segundos para coger aire, estaba empapado en sudor y mis piernas hormigueaban. Debía seguir, no podía perder el tiempo. Volví a echar a correr, poco a poco adentrándome en la ciudad. Ahora mi preocupación es buscar una farmacia abierta, eso pordría ser un problema.

Las calles estaban vacías, pero aún así me puse la capucha para esconder mi rostro. Seguía deambulando con prisa en busca de una farmacia con guardia nocturna. Me estaba poniendo cada vez más ansioso. Hasta que di con una. Cogí una bocanada de aire para tranquilizarme y mantenerme frío, después entré.

—Buenas... —Antes de seguir hablándome, la mujer palideció.

Había una mujer y un hombre de mediana edad detrás del mostrador. La cara de ambos se descompuso, quizás me habían reconocido. Inmediatamente saqué un cuchillo del bolsillo de mi sudadera, les apunté con él.

—Haremos esto rápido, sin revuelos, ni gritos. Cooperen y me largaré tan pronto como he llegado, ¿bien? —Dije tajantemente.

Asintieron con pavor.

—Tú. —Señalé al hombre. —Contra la pared y las manos arriba.

Obedeció temblando del miedo y con sudor corriendo por su frente.

—Y tú, necesito que me traigas todo lo que voy a pedirte. —Apunté hacia ella, sin dejar completamente sin atención al hombre, mirándolo de reojo.

—Sí, sí. Tranquilo, le daré lo que sea. No nos haga daño. —La mujer comenzó a llorar.

—Necesito antibióticos, y todas las vacunas o fármacos que tengas contra la rabia. Pastillas para el dolor y vendas. ¡Rápido! —Exigí con autoridad.

La mujer asintió frenéticamente y desapareció por un momento al lugar donde tenían todo guardado. Aquello me inquietaba, no quería perderla de vista pero tampoco podía dejar al hombre sin supervisión. Solo espero que no haga ninguna estupidez.

El silencio fue interrumpido por el hombre, haciendo que clavara mi mirada sobre él.

—No entiendo cómo puedes tener la poca vergüenza de aparecer por aquí. Tu cara está en varios carteles de la ciudad... —Espetó con cierto odio.

Alcé una ceja pero no dije nada. El hombre había cambiado repentinamente su actitud, haciéndome sospechar un poco. Aún así, me mantuve callado, no quería perder los nervios, tenía que estar calmado.

La mujer por fin apareció, apresurada con varias cajitas y vendas.

—Pon todo dentro de una bolsa. —Le ordené.

Siempre en mi memoria (Liu, Jeff y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora