Capítulo 52

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*Pov narrador externo*

El ojiverde arrastró sus pies con dificultad, atravesando varias tumbas. Llevaba un buen rato retirando la nieve de algunas lápidas en busca del nombre que buscaba, hasta que dio con él. Sin importarle cuán frío estaba el suelo o si la nieve acabaría empapando su ropa, se sentó y depositó unas flores a su lado. Tenía la piel de gallina y un dolor en el corazón contenido desde hacía años, lo había guardado dentro por tanto tiempo, que ahora pesaba más de la cuenta. 

—Irónicamente, es la primera vez que visito una tumba... —Murmura con una sonrisa triste.

Sus abuelos habían fallecido pero jamás los conoció ya que sus padres siempre viajaban de un lugar a otro. Y por supuesto, jamás se dignó a llevar flores a las tumbas de sus progenitores, no les guardaba ni un ápice de cariño. 

Miles de pensamientos recorrían su mente, ninguno que no hubiese tenido estos años desde la tragedia. Y ahora, frente a su tumba, se daba cuenta de lo estúpido que era cuestionarse una y otra vez todo aquello. Ya no había nada que se pudiera hacer para remediarlo, el tiempo no iba a retroceder, sus sentimientos ni siquiera eran los mismos. Se arrepentía de todo, tan sólo le quedaba soltar de una vez esa agonía que le martirizaba o jamás podría avanzar como persona. 

No era olvidarla, sino aceptar lo ocurrido. Los errores forman parte de nosotros mismos, y la culpabilidad van de la mano de estos. Pero, si vives atascados en ellos, jamás avanzarás, ni siquiera para ser una mejor versión de ti mismo. 

Las lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas, las palabras de lamento se las comía el silencio. Su cuerpo se sentía gélido, ya no discernía si temblaba del dolor y la tristeza, o simplemente era el frío calando cada fibra que componía sus huesos. Se rompió allí mismo.

El tiempo pasó, no sabía cuánto había estado allí sentado, pero la nieve se había apilado a su alrededor e incluso sobre él mismo. Aunque, su mirada había cambiado. Se sentía liberado, como si tras años cargando una pesada mochila sobre sus hombros, se la hubiese quitado por fin. Siempre había temido visitarla, porque sabía que era un golpe de realidad y que le removería las entrañas, tal y cómo había ocurrido.

Pero se sentía listo para avanzar.

Se levanta y se sacude la nieve. Sus botas se hunden a cada paso que da mientras abandona el cementerio. 


*Pov Jeff*

Pensaba que el sexo estaba sobrevalorado, que simplemente era una forma de distracción y evasión de la realidad para muchas personas. Bien, me trago todas mis palabras en este mismo instante. No hay mejor realidad que aquella en la que puedes abrazar la piel desnuda de la persona que amas. 

Y este era uno de esos instantes. Probablemente, hacerlo por segunda vez en un mismo día después de tu primera experiencia era... ¿excesivo? No tengo ni idea de cómo funciona esto, pero soy consciente de mis propios deseos. 

Cuando nos subimos a dormir a la habitación, y en lugar de ello, comencé a besarla y comenzar a sacarle prenda por prenda. Pensé que ella acabaría apartándome, que tal vez estaría algo adolorida; pero no, ella imitó mi gesto hasta dejarme sin ropa, así que sobreentendí que las ganas eran más que mutuas. 

Mis labios no se despegaron de los suyos hasta que mi cuerpo tocó el colchón, y mi mano tomaba la suya haciendo que me siguiera. Quería observarla sobre mí, admirar su cuerpo una vez más, ver cómo aquella postura la avergonzaba haciendo sus mejillas de un carmín más intenso. Pero yo solo podía quedarme embelesado, completamente nublado por sentir de nuevo su calor e intentar memorizar las curvas de su cuerpo desde esta perspectiva. 

Siempre en mi memoria (Liu, Jeff y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora