Capítulo 9

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*Pov Jeff*

Conseguí llegar a mi destino, era de madrugada, algo tarde. Mientras tanto me paseaba por un salón enorme adornado con muebles de los más caros, una televisión de grandes dimensiones y un cómodo sofá en el cual me dejé caer, quitándome vagamente las zapatillas con los mismos pies. Encendí la televisión y me dispuse a comer una deliciosa tarrina de helado de chocolate. No había sido difícil colarme en esta casa de ricos, tenía un guardia pero para su desgracia no cámaras, así que por ahora estaba en un lugar medianamente tranquilo, dudo que la policía llegue en un buen tiempo. Por supuesto, había mandado al dormir al dueño de la casa. 

Cuando me aburrí pasando canales basura, y en su gran mayoría anuncios sobre productos estúpidos, casinos o pitonisas que decían poder contactar con tus allegados de la otra vida, dejé la tarrina de helado vacía sobre la mesa. Me levanté, estirazándome con cierta pereza. Hora de investigar más la casa. Entré en un baño muy amplio, pero lo que me llamó la atención fue el jacuzzi que tenía, que por supuesto iba a ser usado por mí instantáneamente. Lo puse en marcha y mientras tanto iba sacándome la ropa hasta quedar completamente desnudo. Me metí en el jacuzzi y me senté, el agua me cubría casi hasta el pecho, estaba a temperatura ambiente y tenía unas luces led que cambiaban constantemente de tono. Eché mi cabeza hacia atrás relajado y disfrutando de la sensación.

Por un momento en medio de esa calma el rostro de la chica se me vino a la mente. Me preguntaba cómo le estaría yendo ahora mismo. Seguro se encontraba en la gloria saboreando algo de paz sin mí y con Liu atendiendo todas sus necesidades.

—Maldito Liu... —Reí. —¿Qué planeas? —Me hundí por completo en el jacuzzi, refrescando mi rostro. Después volví a la posición de antes, echándome hacia atrás el cabello con la mano.

Tengo la continua sensación de que mi hermanito quiere algo de la chica, no sé el qué, pero es un presentimiento. Sino, ¿por qué ser amable con ella? No tenía necesidad de cuidarla, ni de preocuparse de si vivía o moría. Tampoco me obsesiona saberlo, tan sólo es mera curiosidad. Mientras no olvide que yo fui quién la trajo y que sólo yo puedo tomar decisiones sobre qué hacer con ella, estará todo bien.

Alejé aquellos pensamientos y me levanté, salí del jacuzzi colocándome una toalla alrededor de la cintura. Seguí explorando aquella inmensa casa. Encontré en una de las habitaciones unos altavoces, puse música un tanto alta pero no habría problema, pues apenas había vecinos cercanos que pudieran quejarse y dar alerta a la policía. Abrí un vestidor repleto de ropa de hombre, y al final de este un enorme espejo.

—Veamos... —Susurré acercándome a la ropa.

Comencé a probarme ropa y a combinarla. Había de casi todos los estilos, no sabía realmente si era el armario de un rico o de un tío al que le gustaba hacer cosplay. Acabé vestido de hippie, punk, incluso disfraces. Me acabé probando un disfraz de aguacate, ahora era un aguacate asesino, interesante y especialmente gracioso.

Seguí cambiándome y finalmente me coloqué un traje negro, incluyendo unos zapatos caros y una corbata roja que me ajusté mirándome en el espejo. Me observé con cierto orgullo, la verdad es que me quedaba como un guante.

—Te queda bien ese traje. —Escuché una voz femenina unos metros atrás.

La reconocí al instante.

—Jane... Tú sigues espléndida con esa máscara como siempre. Aunque, ¿no deberías cambiarla ya? —Me giré con una sonrisa zorruna.

—Juré no quitármela hasta que acabara contigo. —Su tono de voz esta vez fue serio.

Tenía el atuendo que normalmente llevaba, un vestido negro corto algo ceñido, la máscara y la peluca negra que hace años le regalé. No había cambiado ni un ápice desde la última vez que la vi, y por supuesto, intentó matarme sin éxito.

Siempre en mi memoria (Liu, Jeff y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora