Capítulo 44

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*Pov narrador externo*

El pelicastaño tomó una bocanada de aire, con nerviosismo. La joven no despegaba su mirada de él, pero se sentía de la misma manera que Liu, jugaba con sus manos, inquieta y ansiosa por saber. Así que, sentados sobre la cama de la habitación de él, por fin el ojiverde se armó de valor para contarle su pasado.

Respiró profundamente para tranquilizarse, y comenzó a relatarle su historia.


Hace mucho tiempo, Liu a la edad de dieciséis. 

Los ojos de Liu comenzaron a abrirse, con lentitud y pesadez, tratando de acostumbrar su visión a la luminosidad del cuarto en el que se encontraba. Poco a poco se percató de que estaba postrado sobre una cama y en una habitación de hospital. Tenía un respirador, con temblor se llevó la mano hacia este, y se lo quitó, respirando con cierta dificultad. Notó como tenía algunos tubos suministrándole lo que posiblemente era suero. 

Frunce el ceño con confusión, sin saber que hace allí

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Frunce el ceño con confusión, sin saber que hace allí. Hasta que lo recuerda. Recuerda los ojos azules de su hermano, la fría hoja clavándose sobre su cuerpo, el llanto de Jeff... Y por último, el sonido de las sirenas mientras su visión comenzaba a nublarse.

Se sobresaltó, pensando que habría sido de su hermano, con la necesidad de saber qué ocurrió aquella noche. La ansiedad comenzaba a apoderarse de su cuerpo, hasta que fue interrumpida por un doctor que entró en la habitación. No obstante, cuando quiso pronunciar palabra, el cansancio volvió a él, entumeciéndolo y tan solo siendo capaz de escuchar las palabras del doctor, sin cuestionamientos. 

"Afortunadamente las heridas no han dañado ningún órgano vital y la mayoría no son tan profundas. No obstante, habrá que hacer alguna que otra intervención, tu estado es aún delicado, pero no podemos esperar. No te asustes, estás en buenas manos". 

Todo se tornaba negro una y otra vez en la visión del chico, se despertaba a ratos pero luego volvía a dormirse. Tan cansado e inconsciente del paso de las horas. Hasta que el momento de la operación llegó. Miraba el techo del hospital, como si todo fuese irreal o incluso como si estuviese drogado, probablemente la pérdida de sangre aún le pasaba factura. Una vez llevado a la sala de emergencia, fue anestesiado.

Todo iba bien, a pesar de la anestesia Liu aún guardaba algo de conciencia, como si no se hubiese dormido por completo. Pensó que aún no habría hecho efecto del todo. Hasta que un fuerte dolor repentino, cortante, le hizo querer abrir sus ojos y gritar. No podía. Un corte preciso, uno detrás de otro, doloroso y desgarrador. Le hizo recordar la noche en la que su hermano pequeño le trató de matar. Hasta que la poca adrenalina que su cuerpo le permitió abrir brevemente los ojos ante la fulminante luz de la sala de operaciones, distinguió manchas borrosas que supuso que eran los doctores. 

—¡Se ha despertado! Debemos suministrarle más anestesia. 

Eso es todo lo que escuchó, como una exclamación lejana. Y en cuestión de un par de minutos, quedó completamente anestesiado, sin consciencia y sin poder sentir absolutamente nada. 

Siempre en mi memoria (Liu, Jeff y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora