Capítulo 48

408 47 60
                                    

*Pov _____*

Observé a Jeff mientras comía un plato de pasta rápida que le había preparado, estuvimos hablando un poco de cosas banales. Cuando terminó de comer le dije que yo me encargaba de lavar los platos. Mientras tanto el se sentó en el sofá, se le veía más relajado. Cuando dejé todo limpio me senté a su lado, me daba la sensación de que aún él no quería marcharse. 

—Jeff, ¿Has pensado en solucionar tu relación con Liu? —Pregunto observándolo.

—No hay nada que solucionar. —Responde encogiéndose de hombros. —Lo único que espero es que me hable claramente, si me odia o no. Ya no me importa la razón por la que estamos así. Cada vez aguanto menos su actitud. —Suspira.

—¿Qué harías si él te dijera abiertamente que te odia? —Siento curiosidad pero es algo que me preocupa en el fondo.

—Me iría de aquí para siempre sin dudarlo. —Dice sin rodeos.

Abro los ojos de par en par.

—¿Y a dónde irías? —Pregunto, tratando de no alterarme pensando en esa idea.

—A donde sea. —Sonríe de medio lado. —¿Por qué tan preocupada? Yo estaré bien en cualquier lugar. Pude soportar vivir durante años en la calle. —Intenta tranquilizarme cuando ve mi cara casi descompuesta.

—No hagas eso. —Mis labios se convierten en una fina línea.

—¿Que no haga qué? —Ladea su cabeza confuso.

—Marcharte. 

Jeff se deja caer ligeramente hacia mi lado y apoya su cabeza sobre mi hombro.

—No me iré, si eres tú quien me lo pide. —Mi corazón da un vuelco al escuchar sus palabras. —O podrías marcharte conmigo. —Sugiere en voz baja esta vez. 

Sonrío sintiéndome algo feliz y nerviosa a la vez.

—¿Y a dónde se supone que iríamos? —Rio suavemente. 

El azabache también ríe ligeramente. 

—No tengo ni la más remota idea ahora mismo, pero encontraría un lugar para los dos. —Afirma contento. —¿Puedo tomarme eso como un sí? 

—No puedo dejar a Liu solo... —Respondo nerviosa, jugando con mis manos.

Jeff se incorpora y sus ojos se clavan en los míos.

—Supongo que Liu siempre irá primero. —Su cuerpo se tensa y desvía la mirada con cierta incomodidad y desilusión.

—¡No! —Niego rápidamente. —No es eso. Si le dejo solo, le destrozaría... —Trago saliva de forma pesada.

Sus ojos vuelven a posarse sobre mí, pero su semblante se ha vuelto serio.

—Entonces, si quieres irte de aquí sola y retomar tu vida, ¿No lo harás, por él? —Pregunta conservando la expresión, pero puedo ver la incredulidad en su mirada. Me quedo en silencio. —Tienes que estar de coña. —Frunce el ceño.

No sé que decirle en este instante, así que agacho la mirada.

—Escúchame. —Sus manos se posan sobre mis hombros, obligándome a mirarle. —No nos debes nada. Ni a mí, ni a él. Si lo que te ata a estar aquí es la pena, olvídala, eres libre.

Sus palabras atraviesan mi pecho e incrusta un nudo en mi garganta. Suelta mis hombros y vuelve a apoyar su espalda sobre el respaldo del sofá.

—Déjame darte otro consejo. A nadie le gusta ser amado por lástima. —Dice sin apartar sus ojos de mí.

Siempre en mi memoria (Liu, Jeff y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora