Capítulo 43

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*Pov narrador externo*

Los labios del pelinegro se movieron con suavidad e incluso algo torpes por la inexperiencia, siendo su primer beso. La chica se quedó inmóvil por la sorpresa, pero no le apartó. Su corazón latía con fuerza, pero no era el único. Lentamente, despegó sus labios de los de ella, entremezclándose aún la respiración de ambos. 

Las mejillas de los dos habían tomado unas tonalidades rojizas. El ojiazul se separó un poco más, y la observó.

—Salado. —Susurró. 

La chica lo observó aún algo anonada por el contacto con él y sus palabras, sin comprender a lo que se refería. Jeff volvió a acercarse nuevamente, comenzando otro beso. Era como el anterior, suave, pero esta vez más lleno de confianza. La joven, lejos de querer apartarlo, quiso continuar el beso, empezando a seguir con timidez el movimiento de los labios del pelinegro. Lento y delicado, hasta que el aire comenzaba a faltar. 

Se separaron solo un poco, tomando algo de oxígeno.

—¿Y bien? —Preguntó el ojiazul en un susurro.

—Salado. —Respondió ella al comprenderlo, mientras su pecho subía y bajaba tomando aire.

El primer beso de ambos fue ligeramente salado por las lágrimas que anteriormente habían derramado.

Jeff sonrió, mientras rompía una vez más con la distancia. Esta vez, fue correspondido por la chica desde el instante en el que sus labios se rozaron. Seguía siendo lento, pero ya no era un beso tímido, ni siquiera torpe. Todo lo contrario, estaba lleno de ganas y ritmo. Aquello le dio luz verde al pelinegro para atreverse a profundizarlo, colocando su mano detrás de la cabellera de ella, enredándose con suavidad en su cabello. Y ella, no se quedó atrás, dirigiendo su mano a la sudadera de él, tirando de esta en su dirección, queriendo atraerle aun más inconscientemente. 

Hasta entonces ninguno había vuelto a retomar el tema de la confesión de Jeff, trataban de ignorarlo, pero seguía en la mente de ambos. En especial, de la joven. Cuestionándose sus sentimientos por el pelinegro, preguntándose a sí misma si solo le veía como a un amigo y si era imposible verle como algo más. Se autoconvencía de que era de esa manera, ignorando los nervios que afloraban en la boca de su estómago ocasionalmente cuando se encontraban a solas.

Y ahora, ya no podía negárselo más. Los sentimientos de ellos dos habían salido a flote y con fuerza. 

Perdieron la noción del tiempo y de cuántas veces habían despegado sus labios tan solo unos milímetros en busca de aire, para posteriormente volver a unirlos. Aquellos besos estaban llenos de deseo, calmados y profundos, disfrutando de estos sin ningún tipo de prisa. Sintiendo sus rostros y el ambiente algo caliente, pese al frío que hacía. 

Volvieron a separarse, esta vez más, para observarse mutuamente. La joven quedó hipnotizada por el profundo azul de los ojos de Jeff, con la respiración ligeramente agitada al igual que la de él. Mientras que el pelinegro no quería detenerse, no después de haber experimentado la sensación por primera vez, deseaba seguir. Al ver el rostro sonrojado de ella, causado por él, sentía que no podía resistirse y frenar, menos ahora que había sido correspondido.

Trató de volver acercar sus labios a los de ella, pero esta giró su rostro, evitándolo. 

La joven sentía su corazón acelerado, pero había reaccionado, y la imagen de Liu apareció en su mente, mortificándola. Ahora su deseo fue dejado de lado por un sentimiento de culpa, como si le hubiera traicionado, pese a no estar juntos desde hacía mínimo un par de meses. 

Quiso levantarse, pero Jeff se lo impidió, tirando de su brazo hacia abajo y volviendo a sentarla. Y en un rápido movimiento, la empujó de los hombros, tumbándola sobre la cama. Se sentó a ahorcadillas sobre ella, tomando a su vez sus muñecas y colocándolas por encima de su cabeza, presionándolas con suavidad contra el colchón. 

Siempre en mi memoria (Liu, Jeff y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora