Capítulo 11

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— Hace tiempo le pido consejo a la gente, para ser mejor, alguien apta, decente, pa' hacerte mejor a ti...—cantó _____ con voz triste.

Subió el volumen de aquella canción con el fin de que inundase cada recoveco de su nuevo vehículo.

— ¿Cuánto tengo que esperar para que vuelvas? En verdad que no quería que te fueras...

Se secó una lágrima rebelde que se escapó mientras conducía. Definitivamente no era su mejor día.

Aquella canción de repente le estaba recordando a su madre, probablemente por el sentimiento de soledad que acechaba su pecho durante todo el día. Ilógico, pues esa tarde estaría de todo menos sola. Ese día sería su primera visita al ginecólogo que su padre le recomendó. De hecho, él mismo había agendado la cita para su hija con el fin de que se realizase el test prenatal NACE, con el que descartarían posibles anomalías cromosómicas o enfermedades que pudiesen afectar al feto. Ace no apareció a pesar de haberle prometido el día anterior que él mismo la recogería después del almuerzo para recoger su nuevo coche. Kid, Killer y Vivi aparecieron en su lugar para acompañarla alegando que al pecoso le había surgido una emergencia en el trabajo.

— ¡Venimos a recoger a la embarazada más bonita de esta ciudad! —fue la explicación que Vivi le otorgó a gritos cuando se asomó a la ventana al escuchar que gritaban su apellido. Aquello le robó una sonrisa, pero supo que el hecho de que ellos estuviesen allí implicaba que no vería a Portgas.

— ¡Y a por ti también, De Luca! —bromeó Kid haciéndola reír cuando Killer le dio un golpe en el hombro a modo de regaño.

No podía negar que se había divertido con ese trío, pero la decepción se sobreponía a todo ese día. Su padre le había pedido que avisase a sus amigas para que no fuese sola a la cita, ya que él por trabajo no podía acudir, pero ella no quería que sus amigas viajasen ese día exclusivamente para acompañarla, puesto que en pocos días volverían a acudir a la ciudad para su primera ecografía y temas laborales. Su padre la animó entonces a que le pidiese al pecoso que la acompañase y, aunque se negó rotundamente todo el tiempo, cuanto más se acercaba la tarde, más miedo le daba ir sola a la cita médica. Decidió que le pediría a Portgas que la acompañase al ginecólogo. Se entristeció al ser consciente de que lo único parecido a un amigo que tenía en la ciudad tampoco podría acompañarla, por lo que se dirigía sola al hospital más importante de la ciudad, donde ofrecía consulta el tal doctor Hiruluk.

En el momento en el que recapacitó se sintió estúpida: ¿por qué iba Ace a querer acompañarla si apenas se conocían? Había sido bueno con ella, sí, pero aquello no quitaba que él estuviese en un nivel distinto y muy a su pesar superior al de ella. Si el día anterior vio que el hecho de que saliese de fiesta el sábado con unos cuantos modelos y amigos fue noticia en televisión... ¿Qué le hacía pensar a ella que iba a arriesgarse a ser noticia acompañándola al doctor? Se sentía ridícula al haber sobreestimado su relación con Portgas por un segundo.

Ridícula, sola y estúpida. Así es como se definía a sí misma en ese día.

Y aquello empeoró cuando visitó al ginecólogo. Se había repetido a sí misma una y otra vez que no necesitaba a nadie, que ese bebé era de ella y de nadie más, por lo que solita podría con todo, pero se le volvió a poner en duda ante el doctor.

— ¿Señora De Luca? —la llamó un joven enfermero probablemente aprendiz, pues dedujo que era unos años mayor que él.

Tomó aire y se levantó de su asiento en la cómoda sala de espera. Solo quedaba ella al ser la última sesión de la tarde.

— El doctor Hiruluk la espera.

Asintió con una sonrisa nerviosa. El practicante la dejó pasar antes de introducirse él también en consulta.

InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora