Capítulo 30

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Ace llegó al estacionamiento con De Luca en brazos y con pocas ganas de alejarse de ella, pero el grito de emoción que dio su amiga al ver su coche le hizo regresar a al realidad.

— Conduzco yo, anda. No quiero que nuestra vida corra peligro por tu mala decisión de llevar esas estúpidas botas.

— Preciosas botas, Portgas. Habla con propiedad. —le corrigió de forma pedante una vez Ace la dejó tocar el suelo, justo frente a su coche.

Ace rio al escuchar su idiotez y sintió un escalofrío cuando las manos de la joven, que rodeaban su cuello hasta ese momento, se deslizaron para separarse totalmente de él.

Sabía que era una locura, pero tenía ganas de rodear la cintura de la joven, acercarla a él y...

— ¿Os vais de la fiesta? —preguntó una profunda voz a sus espaldas totalmente fría.

De Luca fue la primera en reaccionar, porque Ace continuó hundido en sus pensamientos unos instantes más. Se recordaba a sí mismo que en realidad había sido algo bueno que los interrumpiesen antes de cometer alguna estupidez.

— ¡Trafalgar! — chilló animada De Luca dando paso a la ironía un segundo después— ¡Qué sorpresa verte fuera!

— ¿Os vais o no?

Ace no pudo evitar reír al notar al cirujano aferrándose a su única esperanza para marcharse de la fiesta.

— Sí, esta no puede aguantar los tacones.

Law al verlos salir del lugar había reconocido la oportunidad perfecta para escaquearse.

Mientras Law los veía como a sus salvadores, _____ le dedicaba una mirada poco amigable a Ace por contar su preciado secreto.

— Por favor, llevadme con vosotros. — oyeron desesperación en su voz— Antes de que el resto se dé cuenta.

El pecoso suspiró y supo que no iba a conseguir convencerle de lo contrario.

— Vamos, anda...— le señaló el vehículo— _____ ha traído su coche.

— Venga, pero conduzco yo. —avisó la embarazada dirigiéndose a la puerta del conductor— Tú has llegado a beber.

Una vez se montaron los tres en el coche y el vehículo comenzó a andar, _____ preguntó:

— ¿No te lo estabas pasando bien, Torao?

— Tus amigas Koala y Bonney querían sacarme a bailar. —explicó de forma escueta lo que para él casi supuso un ataque cardíaco.

Se ahorró decir que a Luffy le pareció una genial idea y casi lo arrastra a la pista sin que ninguno de sus amigos traidores lo ayudasen a escapar. No tenía más ganas de seguir socializando, ni siquiera se vio con fuerzas suficientes para corregir a su vecina por llamarle como el resto de Mugiwaras hacían.

— Literalmente estabas huyendo de dos mujeres divinas. —rio ella conduciendo contenta.

— ¿Y vosotros? —sintió curiosidad por un instante, pero recordó cómo había oído a los Mugiwaras hablar de cómo ambos se gustaban— No, mejor no respondáis. No quiero saberlo. —se apresuró en retractarse haciendo reír a De Luca, totalmente feliz de regresar a su casa.

Ace suspiró al comprobar que todos pensaban lo mismo. Todos menos la mujer que conducía a su lado, para su desgraciado corazón.

— No sé qué te estás imaginando, pero no. — se apresuró en responder— De Luca no puede con su vida ahora mismo.

—Está claro que yo ya no estoy para fiestas. —explicó en un tono más apenado al escuchar la explicación de Ace. —Voy a ser madre. —declaró con firmeza agarrando incluso más decidida el volante— Debo acostumbrarme a ello.

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