Capítulo 27

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— Bueno, cariño, cuídate mucho. —se despidió Dadán abrazándola con ternura. —¿Seguro que no quieres llevarte comida? Ha sobrado un montón.

Makino apareció en la entrada donde Dadan, Sabo y Garp despedían a la chica y a su perrito.

— No, ya no. —rio y Garp suspiró cansado.

— Algún día le explotará el estómago a ese mocoso. —musitó abrumada la pelinaranja, haciendo reír a todos.

— Ha sido una noche estupenda, de verdad. —les dedicó una dulce sonrisa que todos le devolvieron automáticamente— La próxima que sea en mi casa.

— ¡Sí! Y así nos enseñas la próxima ecografía del bebé. — pidió Makino emocionada

— ¿Cuándo es la próxima? — preguntó curioso Ace, pues eso no lo habían hablado delante de él.

—  La semana que viene, el martes. Así que podéis venir cuando queráis a cenar. Eso sí, yo no sé cocinar tan bien como vosotras. —  avisó bromista, pero en realidad era cierto. Makino y Dadan cocinaban genial, probablemente por todo lo que tuvieron que cocinar a esos tres jóvenes comilones.

— ¿Por eso siempre pedimos a domicilio cuando estamos en tu casa? —fingió asombro el pecoso provocando risas de nuevo.

— No, eso es porque nada de lo que hay en mi casa puede saciar tu apetito.

— Pues prepárate si piensas invitar a Luffy, —le dio el aviso Sabo, a lo que todos asintieron cansados.

— Si es para Luffy, pido hasta un catering si hace falta.

— ¡Luffy, vente con Winter ya, De Luca se tiene que ir! —lo llamó Garp.

El pelinegro había estado comiéndose las sobras a escondidas junto al mastín, el único animal que había convencido a Luffy de compartir su comida con él.

— ¡No! —apareció velozmente seguido del perro— ¡Es pronto!

— Es tardísimo y mañana tenemos que madrugar todos. Incluido tú.

— ¿Vendrás a la fiesta el viernes? —le preguntó Luffy antes de echarse sobre ella para abrazarla ignorando lo que Dadan le había dicho.

— ¡Ten cuidado! —exclamó Ace preocupado separándolos.

— ¡Claro! —ignoró también la joven al hermano mayor y tomó al joven de las manos—¡Estoy deseando verte de nuevo, Lu!

— Literalmente esta tarde me había escrito un mensaje diciendo que no le apetecía nada pisar esa fiesta. —reprochó el pecoso cruzándose de brazos ante todos.

— Porque no había conocido aún a tu hermano, Ace, entiéndela. —bromeó Makino sabiendo que aquello haría reír a la embarazada, pero no a él.

— Ya, ya... Nos vamos.

Después de otra ronda de abrazos y de despedirse del perro, Portgas, De Luca y Winter se encaminaron de nuevo hacia el vehículo.

— ¿Segura que no quieres que nos llevemos el pienso?

— No, no es necesario. Tengo de sobra en casa. —se encogió de hombros y escuchó a Winter lloriquear observándola con carita de pena y las orejas gachas— ¡No puede ser que entiendas también esto, Winter!

Ace rio al ver cómo ella le reclamaba a su perro.

— Bueno, así tenéis excusa para volver. Estoy seguro de que todos estarán encantados. Creo que te quieren más a ti que a mí y eso que solo te han visto una vez. —rio observando que el sonrojo se hacía paso en las mejillas de su amiga ante esas palabras.

InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora