Capítulo 13

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En cuanto colocó la compra en el maletero de su coche se despidió de Ace para dirigirse a su apartamento a colocar la compra y preparar algo para almorzar, pero en cuanto llegó al piso y notó la primera arcada al comenzar a preparar el almuerzo, se tuvo que replantear qué comerían, porque todo lo que había comprado en esos instantes le causaba náuseas de solo pensarlo. Comenzó a pensar en otras opciones y su estómago prácticamente rugió al imaginarse unos fideos con verdura al estilo tailandés, por lo que se le ocurrió que podrían pedir comida tailandesa a domicilio y comer de postre una tarta de Sanji para que las chicas, aparte de Bonney, pudiesen probarla. Eso seguro que no le daría náuseas. Y porque tenia antojo. Pero jamás admitiría que tenía un antojo.

Decidió ir a por la tarta a la pastelería de Sanji dando un paseo a pie con Winter, para que así él también saliese un poco a tomar el aire. Avisó a las chicas por WhatsApp, pidiéndole a Boa que la esperase al salir para así volver juntas a casa. Le dejó comida a Josefino y se fue con su perro hacia el centro de la ciudad.

Iba con Winter tranquilamente y con sus auriculares sonando para amenizarle el camino, pero una llamada entrante interrumpió una de sus canciones favoritas.

— ¿Papi?

— ¡¡¿Quién va a tener al USB más bonito del mundo?!! —gritó al otro lado de la línea un muy emocionado Max.

— ¡No lo llames tú también USB! ¡No me puedo creer que te lo haya dicho alguna de esas imbéciles!

— Seguro que es un USB precioso, cariño.

— ¿Quién te lo ha dicho? — se tornó más seria para intentar obtener una respuesta.

— Oh, las chicas y yo compartimos un grupo de WhatsApp para comentar cotilleos de tu embarazo. Y para que avisen cuando vienen a merendar.

Un sonido de desesperación fue lo que recibió su padre como respuesta.

— ¡¿Tenéis un grupo sin mí?! —explotó indignada.

— No te alteres que a mi futuro nieto le puede sentar mal. —pidió con voz calmada.

— Sois crueles. —se quejó en tono aniñado y Winter la observó curioso al notar ese tono de voz, por lo que le regaló una caricia y continuaron caminando.

— Todo bien entonces, ¿no?

— Tu nieto muy sano y tu hija también, papá.

— Sanos como un ternerito y su madre vaquita. —comentó con ternura, pero aquella comparación no gustó a la futura madre.

— A veces me pregunto qué vio mamá en ti.

— Un veterinario muy apuesto. —le respondió con voz seductora, haciendo reír a su hija.

— Yo creo que más bien...

Una llamada entrante apareció de nuevo en su pantalla. Era Ace.

— Papá, te cuelgo un segundo, me está llamando Ace.

— Eso, abandóname por ese millonario guapo con pecas. Yo seguiré aquí trabajando como un esclavo sin alguien que me ayude. —dramatizó como siempre hacia cada vez que oía aquel nombre, su hija no tuvo más opción que reír ante aquella actuación.

— Ni lo intentes, papá. — continuó riéndose.

— Llámame luego. —se despidió con tranquilidad y una sonrisa al oír a su hija riéndose.

De Luca rodó los ojos y aceptó la llamada del empresario. Ni siquiera había podido saludar a su amigo cuando él comenzó a hablar apresuradamente.

— Lo siento, De Luca, de verdad que lo siento, yo no...

InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora