CAPÍTULO SIETE

64 9 11
                                        


Ronn y yo, hemos esperado por más de 2 horas, sin embargo, Luisa aún no despierta. Estoy comenzando a creer que exageré con el golpe.

—Sabes, había una chica pelirroja en la casa del doctor— rompo el silencio —eso no deja de dar vueltas en mi cabeza. Ella los acompañó, pero no regresó con ellos, ¿acaso se quedó con Lucas?

—¿Pelirroja? —

—¡Ummm! — asiento.

—¿Su asistente quizá? — agrega él.

—No, Nico dijo que no tiene ninguna asistente. De verdad me parece muy extraño— saco un cigarrillo y comienzo a fumarlo.

—Tal vez, Nico se equivocó— sujeta mi hombro —no lo pienses demasiado.

—¡Tal vez! — el mínimo detalle podría arruinar nuestro plan.

En seguida su celular comienza a vibrar.

—Me tengo que ir— dice, toma el casco y la chaqueta para marcharse a prisa.
—¿A dónde vas? — le grito. Él solo me ignora.

A los pocos segundos caigo en cuenta que estoy solo con esta maldita, en una habitación vacía y oscura. Tan solitaria, tan silenciosa. Podría matarla ya mismo y nadie lo sabría.

Viene a mi mente la mujer que vi ese día, recuerdo su cabello, sus manos, su forma de caminar… hasta su maldito olor…

>Flashback<

Mi teléfono sigue timbrando sin parar, no me atrevo si quiera a contestarlo. Estoy sentado frente al edificio en el que vivimos, sé bien que esperar en está maldita banca no va a solucionar mis problemas con Sam, pero ahora no sé cómo cambiar lo que dije. Siempre me marcho sin mirar atrás o digo cosas ofensivas sin pensar, y no soy bueno para pedir perdón, pero esta vez siento que es diferente y que al menos debería ofrecerle una disculpa si es que vamos a terminar acá. Tenemos varios meses de estar mal, hace un tiempo nuestra relación no es la misma, parece que él ya no estuviera feliz a mi lado. Cada día llega tomado, siempre lleno de golpes y cortadas que consigue por sus peleas callejeras. Su actitud ha cambiado mucho y sé que ha estado escondiéndome cosas desde que dijo que iba a cambiar de trabajo, tampoco puedo cambiar el hecho de que vivo con un desconocido, estos últimos meses ha cambiado por completo o quizá siempre fue así, solo que jamás lo quise ver.
“¿Qué debería decir?, recuerdo cada palabra que dije esta mañana antes de salir de casa”.

Conversación de la mañana:

—¿Cómo es que apenas vienes llegando? — le digo furioso al verlo atravesar la puerta de la habitación.

Anoche esperé mucho tiempo, antes y después de la pelea, pero él no llegó para verme ganar el cinturón de oro. Cuando revisé el asiento que había reservado para él, vi que fue ocupado por un tipo adinerado, bastante bien parecido y lleno de tatuajes en sus manos. Este tiempo me he sentido tan decepcionado, este era uno de los momentos más importantes de mi vida y él no estuvo ahí, pero después de todo no vale la pena mencionarlo.

—Me duele la cabeza, no comiences Simon— contesta dejando su bolsa y lanzándose sobre la cama.

—¿Qué no comience? — reniego.

—Lo único que haces es quejarte sobre mi mal comportamiento, sobre mi trabajo, sobre mi forma de vestir, mi forma de hablar, mis amigos, hasta la forma en que me comporto en la cama, todo… sabes, yo no puedo convertirme en algo que no soy solo porque no te agrado lo suficiente— comienza a desnudarse, ver los moretones en su cuerpo me enfada muchísimo, creo que no es normal que una persona tenga tantas cicatrices causadas por las peleas callejeras y se sienta bien con eso como para seguir haciéndolo, aunque sabe el daño que le causa.

ESCARLATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora