CAPÍTULO CINCO

70 11 3
                                    


—¿Qué hora es? — despierto, veo a Ronn sentado en el piso junto al sofá. Parece estar dormido.

Intento levantarme, pero aún me siento un poco débil.

—Hermano, ¿cómo te sientes? — parece que mis movimientos lo alertaron. Se gira de repente y coloca la palma de su mano sobre mi frente.

—¡Estoy bien! — digo, apoyándome en él para sentarme sobre el sofá.

—Tenías mucha fiebre, no podíamos estabilizar tu temperatura. Estabas delirando muchísimo, decías muchas cosas, que…— él se pierde en su pensamiento, de verdad parece muy preocupado, ¿qué pude haber dicho?

—Yo… de verdad no recuerdo nada… yo…— en realidad no sé qué debería contestarle.

—Lo bueno es que estás bien, no deberías pensar demasiado en eso— dice, dando dos golpecillos sobre mi espalda.

—¿Dónde está Nico? —  miro a mi alrededor.

—Hace un par de horas salió a dejar al médico y de paso fue a la farmacia para retirar la medicina de la receta que te dejó—

—¿Médico? — pregunto confuso.

—Si, Nico fue a buscar una de sus amistades de confianza, lo trajo hasta acá para que hiciera algo con tú fiebre tan alta y los delirios. De verdad nos tenías muy preocupados—

—Lo siento, siempre termino dándoles más trabajo— contesto —¿qué dijo el médico?

—Bueno él te inyectó un analgésico, dijo que no tomáramos en cuenta tus palabras, ya que las alucinaciones eran producto de la fiebre tan alta. Parece que has pasado tomando mucho y tu cuerpo lo está resintiendo, así que indicó que necesitas cuidar mejor tu alimentación y luego te receto algo, así que Nico quiso aprovechar para ver si alguna farmacia estaba abierta mientras iba a dejar al médico, pero ya es casi media noche y él aún no ha vuelto, estoy comenzando a preocuparme— dice mirando su reloj.

—¿Sabes qué pudo haberlo retrasado? — el niega con su cabeza.

De repente la puerta se abre.

—Aquí estás al fin, ¡demonios!, ¿por qué tardaste tanto? — le dice Ronn poniéndose de pie.

—¿Estabas preocupado por mí? — su voz lasciva se hace notar.

—Deja de jugar, dime porque tardaste tanto — contesta Ronn furioso.

—Ya, ya. Está bien, no hagas un drama— se acerca al sofá —es bueno verte despierto.

—Gracias por todo, sé que he sido…— él me interrumpe.

—¿Un idiota?, si lo eres, pero está bien. Es mi decisión tenerte como amigo, no es como si me estuvieras obligando— saca una pequeña bolsa de papel —aquí está lo que recetó el médico, tómalo sin falta.

—Demonios, yo pude haberte dado algo para esa jaqueca, pero no, como el miserable Ronn no tiene un estúpido doctorado. Solo para que sepas, mis píldoras también hacen magia— Ronn parece estar hablando muy en serio.

Nico solo ríe y lo golpea en la cabeza.

—¿Qué demonios te pasa? — vuelve hasta mí, con un cigarrillo en la boca —no has abierto la caja que te di, ¿cierto?

Niego con la cabeza.

—¿Esta caja? — pregunta Ronn sosteniéndola en sus manos —¿qué demonios es esta basura? — pregunta sin entender.

—No seas entrometido— Nico se la arrebata de sus manos, luego se acerca a mí y me la entrega —te dije que podría ser la respuesta que buscas, ¿cómo es que no ves lo que tiene dentro?

—Tengo miedo de lo que pueda encontrar— contesto.

—Oye hermano, solo revisa la maldita caja— lo pienso unos segundos.

ESCARLATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora