CAPÍTULO TRECE

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—¡Penfolds Grange! — agrega Lucas —barato, pero exquisito y delicado. Los vinos del Sur de Australia siempre superan mis expectativas, en especial este. ¿Sabes que su precio ronda los 1000 euros?

—El vino no…— me interrumpe.

—Claro que lo sabes, es tu vino, ¿no? — dice con sarcasmo.

—Aún no me dicen a qué se debe el honor de su visita a estas horas de la noche— le hablo a Lucas de la misma manera que él lo hizo conmigo.

—¡Cierto!, vine a despedirte— me contesta sin titubear.

—¿A des… despedirme? — estoy impactado, esto arruina mi plan por completo.

—Si, pero cambié de opinión— se levanta y deja su copa —creo que es hora de irnos, ya que todo está resuelto.

“¿Qué carajos sucede con este sujeto?”

—Lucas, creo que está lloviendo mucho, pienso que de verdad deberíamos pasar la noche aquí por si…— Lucas lo fulmina con la mirada.

—No, y no hagas eso, no pienses— le dice de manera grosera —ya dije que nos vamos.

—¿Qué no piense?, ¿de cuándo acá me dices lo que tengo que hacer? — le contesta altanero.

—Siempre, ¿trabajas para mí recuerdas?, además, no quiero dormir en otra cama que no sea la mía— se le acerca con mal gesto.

—Maldito mocoso mimado, si quieres te vas solo. No soy tu maldito chofer— Lucas frunce el ceño y se queda callado.

“Esto es un poco interesante”

—Por mi está bien si pasan la noche aquí— hablo por instinto, interrumpiendo la discusión.


De inmediato pienso en revisar las habitaciones, espero que esta casa tenga más de una cama.

—Si ves lo cortes que es tu nuevo doctor— Randy se acerca y pone su mano sobre mi hombro.

—Mañana hay muchas cosas por hacer, aún debo organizar el bufete, el mobiliario, las personas van…— Lucas comienza a hablar muy rápido, parece que le preocupa algo importante.

—¡Oye, oye! Falta casi un mes— lo interrumpe —cálmate, ya le pedí a los chicos que se encargaran de eso.

—De igual manera quiero estar pendiente de todo, quiero que todo sea perfecto, ya que Luisa no está para encargarse— dice desatando el nudo de su corbata.

Él desabotona los primeros ojetes de su camisa dejando parte de su ejercitado pecho al descubierto. No puedo evitar mirarlo, su gesto rígido y a la vez tan sensu…

“¡¡ALTO!!, ¿en qué demonios estoy pensando?”

—Iré a preparar su habitación— me levanto de inmediato del sofá, sus ojos se clavan en mí al instante una vez más—¡con su permiso! — no sé de qué diablos están hablando, pero ahorita no tengo cabeza para esto.

Subo a prisa las escaleras y reviso tan rápido como puedo las puertas siguientes. La primera es una gran sala de estar, la siguiente es un enorme baño, la siguiente tiene una pantalla del tamaño de toda la pared y un sofá cama, escucho las voces que poco a poco se acercan por la escalera a mis espaldas, corro y abro la siguiente puerta, al fin una gran habitación con una cama lo suficientemente grande para que entren ambos.

—¿Tienes una sala de juegos en casa? — pregunta Randy asomándose, ya que olvidé cerrar la puerta de la habitación.

—No tienes una idea lo aburridas que se vuelven mis noches solo en esta casa— contesto improvisando —pueden dormir aquí, las sábanas están limpias— señalo la habitación de al lado.

ESCARLATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora