CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

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Al entrar a la habitación cierra la puerta con agresividad, presionándome del pecho hasta recostarme a ella. Mete su mano bajo mi suéter húmeda, acaricia mi abdomen con sensualidad, la levanta hasta deshacerse de ella.

—¿No íbamos a aclarar las cosas primero, y…? — ríe, luego vuelve a besarme.

“Si esto es lo que quiere, se lo voy a dar”

Llevo mi mano hasta su nuca acariciándolo, luego enredo mis dedos entre su cabello el cual suelta un olor delicioso al igual que su piel, me inclino un poco y lo cargo entre mis brazos, él rodea mi cadera con sus piernas mientras muerde con sensualidad mi cuello. Lo llevo hasta la cama y lo dejo caer sobre ella, me deshago de su pijama dejándolo casi desnudo por completo.

Me detengo sobre él para acariciar su rostro, lo miro con detenimiento. Estoy tan feliz de estar aquí, de estar así, jamás imaginé ser tan feliz.

—¡Te amo! — le musito al oído.

“Es la primera vez que he dicho esto a alguien más, se siente bien que sea a él”

—Yo también te amo— acaricia mi espalda.

Un escalofrío recorre mi cuerpo. Me acerco a su rostro y dejo cálidos besos desde su frente hasta su boca, con mi lengua comienzo a lamer sus labios con ternura, luego comienzo a bajar. Beso su cuello, para bajar poco a poco hasta su abdomen, aferrado con mis manos a los afilados huesos de sus caderas, puedo sentir como se retuerce entre mis brazos, mientras sus gemidos se hacen escuchar.

Vuelvo a subir para robarle un beso salvaje, al tiempo que froto mi muslo en su entrepierna. Me aparto un poco y giro su cuerpo de tal forma que queda boca bajo sobre la cama, comienzo a besar su nuca y hombros de forma agresiva, mientras bajo mi mano y acaricio su erección, él sujeta la sabana con fuerza. Puedo sentir como nuestras respiraciones se intensifican, estoy igual de excitado que él. Me acerco hasta unir nuestros cuerpos, moviéndonos de un lado al otro. Él cierra los ojos y se deja caer su cabeza sobre la cabecera. Estiro mi brazo y tomo uno de los preservativos de la mesita de noche, luego bajo mi mano y desabrocho mi pantalón, al tiempo que intento bajar su bóxer con mi otra mano.

—¿Qué crees que haces? — se voltea para preguntar con seriedad.

—¿Qué crees? — contesto intentando seguir, pero él gira a prisa y baja de la cama.

—¿Crees que voy a ser el de abajo? — se cruza de brazos.

—Claro que sí, ¿sino entonces quién? — me siento sobre las sábanas.

—¡Claro que tú! — me grita.

—No va a pasar, ¿por qué debería ser yo y no tú? — contesto.

Lucas toma su pijama y comienza a vestirse.

“Siempre he sido quién hace el papel de arriba, jamás voy a dejar que eso pase. Eso sería como aceptar que él es quién manda en la relación”

—Porque yo soy más alto— me contesta.

—¿Esa es tu estúpida razón? — me comienzo a vestir también —no es razón suficiente, así que no haré nada contigo.

—“YO…”— enfatiza —…no haré nada contigo…

—Está bien, cálmate — dejo el condón y me acerco para abrazarlo.

—Es solo que... —baja la mirada.

—No tienes que excusarte, ya veremos qué pasa más adelante — le sonrío.

Luego el me besa tiernamente, para luego volver a la cama.

…A la mañana siguiente... 

—Chicos, ya está el desayuno listo — Randy y Nico entran a la habitación sin llamar.

—...pero, ¿qué hicieron ustedes dos? — pregunta Nico, recogiendo nuestra ropa del suelo y tirándola sobre la cama —deberían vestirse.

—Solo salgan — dice Lucas un poco avergonzado.

Ambos solo ríen y dejan la habitación. Abrazo a Lucas fuerte entre mis brazos y lo beso en la frente.

—¡Ya déjame! — reniega —estoy un poco...

—¿Adolorido? — río.

Me da un fuerte golpe en las costillas.

—Si alguien se llega a enterar de esto, vas a estar en problemas — se levanta y camina hasta el baño para darse una ducha.

Ambos bajamos al comedor, inmediatamente Said corre hasta él y lo abraza fuerte. Veo a Leon junto a ese sujeto, se llama Ían, y tal parece que es familiar de Lucas y gracias a él, mi hermano lo empleó en el hospital. Al igual que otras mañanas la mesa está algo animada, Yumeko y Bratt pelean como de costumbre, Yamato solo ríe e intenta calmarlos, Henry, él solo se limita a observar. Luisa y Ronn se alimentan el uno al otro, al igual que Nico y Randy. Este ambiente me hace sentir una presión fuerte en mi pecho, de repente tengo ganas de llorar, pero esta vez es de felicidad.

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