CAPÍTULO VEINTISEIS

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—¡¡Rápido, una camilla!!— recobro un poco la conciencia al escuchar los gritos de Ronn y Nico.

—¿Cómo pasó esto? — escucho a Leon a la distancia, pero puedo sentirlo sobre mí, rompiendo mi ropa.

Las voces van y vienen, siento nauseas, mi vista está muy borrosa. Unas luces blancas sobre mi cabeza se encienden y se apagan.

—Simon, quédate con nosotros— Nico golpea mi rostro —¡Simon, Simon!

—¡¡¡Preparen el desfibrilador!!!— la voz de Leon es lo último que escucho —lo perdemos, lo perde…

Vuelvo a perder el conocimiento.

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Despierto poco a poco, mi vista sigue difusa, sin embargo, recorro mi alrededor con un vistazo. Estoy en una enorme habitación.

“No creo reconocer este lugar”

Mi cuerpo está un poco adolorido, pero estoy comenzando a recobrar mis sentidos. Siento una cálida mano que sujeta la mía.

“¿Cuánto tiempo he estado dormido?”

Volteo mi cabeza y veo a Lucas recostado al otro extremo de la cama. Él parece estar dormido, sus labios han recuperado su color rosa. A juzgar por su semblante él parece haber mejorado bastante.

“Ya casi no se notan los moretones en su rostro, me hace feliz, muy feliz ver que él está bien”

Aparto mi rostro y veo a través de la ventana, pero mi vista se siente diferente, me duele mucho un costado de mi cara.

“Claro”

Empiezo a recordar, esa maldita mujer me cortó la cara, levantó la mano y acaricio mi rostro.

“En efecto tengo parte del rostro vendado”

—¡Estás despierto! — me dice Lucas con una gran sonrisa en su rostro.

Él toma su celular y envía un par de mensajes, a la vez que se acerca y me mira con los ojos vidriosos.

—¿Estás bien?, ¿cómo está tu hijo? — me apresuro interrogarlo.

—Estoy bien y Said, también se encuentra muy bien. Gracias una vez más por salvar mi vida— se aproxima aún más para volver a sostener mi mano, de pronto la puerta se abre haciendo que Lucas se apresure a apartarse de mí.

—¿Qué pasa? — Leon aparece eufórico.

—Él está bien, cálmate— le dice Lucas —acaba de despertar.

—Liam, tú…— sus lágrimas salen.

—Esperaré afuera— dice Lucas, regalándome una última mirada antes de dejar la habitación.

—Estoy tan feliz que hayas despertado— Leon se sube a la cama para abrazarme con fuerza, luego toma mi rostro en sus manos y me besa en la frente —pensé que iba a perderte, a como perdí a mamá.

Leon llora sin cesar. Levanto mi mano y la llevo hasta su cabeza para acariciar su cabello.

—Estoy bien, ya cálmate— contesto —mírame, aquí estoy contigo.

Después de unos minutos se tranquiliza y comienza a examinarme.

—¿Cómo te sientes?, ¿te duele algo? — pregunta.

—Solo tengo algo de sed— digo.

Se aleja, toma un poco de agua de la repisa y me la da.

—¿Te molesta el ojo?, ¿duele? —  él comienza a quitarme el vendaje.

ESCARLATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora