CAPÍTULO DIECIOCHO

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Ha pasado casi un mes desde que llegue a esta casa, Lucas parece no haber avanzado en lo más mínimo.

A Cobra lo vi de lejos un par de veces mientras se recuperaba, luego de unas semanas tuvo una fuerte discusión con Lucas y se marchó sin más.

“¿Cómo es que Lucas siempre está peleando con todos?”

Él ha sido un poco difícil y aún sigue sin contar mucho, ni acercarse a mí. En las sesiones de terapia es bastante callado y lo único que sabe decir es “que no recuerda nada”.

Hemos cambiado un poco las sesiones, salimos a pasear al jardín de vez en cuando, o caminatas por la noche en algunos lugares de la ciudad, pero no hay diferencia alguna. Lucas tiene una rutina diaria, cada mañana sale muy temprano hacia algún lugar después regresa a tiempo para el ajetreado desayuno, luego se va a hacer algunas vueltas o simplemente se encierra en su despacho, a veces se reúne con todos para almorzar otras veces no, para la cena él jamás llega, desaparece casi todas las noches.

Los lunes, miércoles y viernes son los días de terapia, a las 2:00 PM. Tengo horarios estrictos y paso encerrado en el estudio, la biblioteca o en mi habitación, vigilado las 24 horas por un enorme guarda que parece mudo.

Al inicio pensé que venir a este lugar iba a facilitarme averiguar algo sobre Sam, pero no ha sido así.

A excepción del niño fantasma de la biblioteca, a quién veo en secreto frecuentemente no tengo contacto con nadie, esto parece no estar funcionando.

Lucas les prohibió a todos que se acerquen demasiado a mí, cada día parece que están más lejos los recuerdos de Sam.

Llevo casi 40 minutos esperándolo, estoy bastante cansado. Las noches en este lugar son lúgubres y bastante solitarias, así que dormir cómodamente se me dificulta. Camino hasta el sofá y me recuesto, voy a descansar un poco la vista.

—¿Estás dormido? — alguien susurra a mi oído.

Enreda sus dedos sobre mi cabello y comienza a besarme con sutileza, puedo sentir sus suaves y cálidos labios. Abro los ojos despacio, veo que trae su camisa desabotonada por completo.

“¿Lucas?”

—¿Qué es lo que…? —

—¡Shhh! — coloca su dedo índice sobre mis labios para silenciarme.

Me limito a mirarlo en silencio, él sujeta mi mano y la lleva hasta su rostro.

—Detente, yo no puedo…— él sonríe con sarcasmo.

—¿Hasta cuándo vas a seguir negando lo que sientes? — aún, sujetando fuerte mi mano la baja hasta su abdomen desnudo —sé que me deseas, solo admítelo.

Se acerca y me besa con fuerza, intento parar, pero no lo logro. Mi deseo es más fuerte que mi cordura, solo me sumerjo en el momento y me dejo llevar.

“¡Demonios!, ¿qué tiene este maldito hombre que no logro resistirme?”

—¿Todavía quieres que pare? — musita en mi oído. Alejándose un poco.

Solo ignoro sus palabras y comienzo a acariciar su espalda con mis manos, a la vez que respondo a su beso atrayéndolo hacia mí. Puedo sentir lo excitado que está, me deshago de su camisa por completo. De repente él toma el control nuevamente y comienza a besarme fuerte, casi hasta romper mis labios. De un momento a otro me sujeta del cuello y desgarra mi camisa desasiéndose de ella, lame mi abdomen con sensualidad mientras juega con sus dedos arrastrándolos sobre mi pecho, baja poco a poco hasta mi ombligo. Comienza a acariciar mi entre pierna, sigue bajando y comienza a hacerlo con su boca de una manera que hace que quiera llegar al climax. Cierro mis ojos y recuesto mi cabeza sobre el brazo del sofá.

ESCARLATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora