CAPÍTULO VEINTISIETE

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—Ronn— al fin él contesta mi llamada.
Han pasado días desde que desperté y no he logrado comunicarme con ninguno de mis amigos.

“Esto es algo que me tiene preocupado”

—Hermano, ¿cómo estás? — me pregunta de inmediato —escuche por Leon que despertaste y que has mejorado.

—Si, estoy bien ahora— comienzo a desvestirme, Lucas está preparando la ducha para mí.

—No te preocupes, he cuidado bien a la chica— habla en voz baja, me alegra escuchar eso.

—¿Dónde está Nico?, quiero hablar con él— debo agradecerle una vez más por salvar mi trasero, y a Said.

—¿Nico?, bueno… él… salió a un viaje de negocios— él contesta dudoso.

—¿Viaje de negocios? — pregunto sorprendido.

—Si, es todo lo que sé— se aclara la garganta —ya sabes cómo es, nunca da explicaciones de nada.

—¿Y Cobra?, ¿qué hay de él? — digo.

—¿No lo sabes cierto? — sus palabras apagadas me asustan.

—¿Le sucedió algo? — Lucas se detiene frente a mí y me quita el celular.

—Yo lo llevaré a verlo después de que se dé una ducha— le dice a Ronn, devolviéndome el celular al instante. 

—Si, es mejor que lo vea personalmente, además creo que le va a hacer bien que lo visiten— dice Ronn a través del teléfono.

—Después te llamo— termino la llamada.

—¿De qué demonios hablan? — me ignora.

—Ven— estira su mano.

Camino despacio hasta la tina. Me detengo y comienzo a desabotonar la parte superior de mi pijama azul.

—¿No piensas girarte? — su mirada se clava en mí.

—Después de todo este tiempo y estás tímido conmigo— se acerca coqueto —¿quién crees que fue tu enfermera todo este tiempo que estuviste en coma?, ¿quién crees que te daba esos deliciosos baños de esponja?

—Aléjate de mí y no me veas de esa manera. ¡Pervertido! — el solo ríe a carcajadas.

—¿De qué tienes miedo?, no voy a hacerte nada que no quieras— se aleja y me da la espalda.

Me quito la ropa y entro a prisa a la bañera. Lucas se acerca, mete sus piernas a la tina, se sienta a mis espaldas y hala mi cabeza hacia atrás.

—Te ayudaré a lavarte el cabello— hunde sus dedos entre mi cabellera y la masajea con suavidad.

—Hablando de eso, ¿qué paso con tu corte militar? — pregunto notando que él ha dejado crecer bastante su cabello desde que llegué.

—A veces los cambios son buenos, todo es cuestión de adaptarte— contesta.

—¡Que profundo! — vacilo.

—No tiene nada que ver que ser tu niñera no me dejara tiempo para salir— puedo notar el sarcasmo de sus palabras.

Lo halo fuerte de la mano hacia el frente, sumergiéndolo en la tina conmigo.

—¿Ahora me vas a echar la culpa? — le arrojo agua a la cara.

—Acabas de mojar mi celular— saca su teléfono escurriendo agua por doquier.

—Te compraré uno nuevo, de igual manera ese ya estaba viejo— le digo.

—Me gustaba este— hace pucheros.

—¿No eres tú quién dijo que los cambios son buenos, que solo es cuestión de adaptarte? — reclamo.

ESCARLATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora