CAPÍTULO DIECISIETE

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—No te preocupes demasiado por la mala actitud del jefe, en el fondo es una buena persona solo no sabe cómo expresarlo— Yamato me da un par de palmadas en la espalda, mientras me lleva de repente hasta su estudio.

“¿Una buena persona?, ¿acaso escuché bien?”

—Todo está bien organizado, solo no te vuelvas a tomar atribuciones que no te corresponden— escucho a Lucas desde la puerta de su despacho.

Yamato toca la puerta con sus nudillos para hacerle saber que hemos llegado, mientras esperamos puedo ver hacia el jardín por la ventana, es un día con un clima increíble.

—¡Jefe!, he traído al doctor— dice Yamato.

—Pasa, por favor— habla dominante.
—Bueno, yo me retiro— Yamato hace una reverencia, luego se da media vuelta y se marcha.

Ahora que lo he tratado un poco más puedo decir que él es un chico muy simpático, bastante amable también. Yamato sabe ganarse el cariño de las personas rápido.

Veo a la pelirroja recoger su estetoscopio y las demás cosas para retirarse, ella me saluda con una amplia sonrisa.

“Esta tipa está en todo lado”

Entro a la habitación y camino hasta el escritorio, Lucas me extiende su mano señalando el sillón.

—Ven, ponte cómodo— me dice.

—Gracias— en seguida me siento.

Estos malditos trajes me están asfixiando, la falta de costumbre aparte del calor hace que me dé una reacción alérgica. Lucas parece notar mi incomodidad, pero no dice nada.

—¿Quieres un té o algo para tomar? — pregunta con amabilidad.

—No te agradezco, aún estoy lleno con el desayuno— él toma una taza pequeña y se prepara un té para él.

—Este es tu horario— me entrega un par de hojas.

En seguida las leo. Luego de escuchar todas sus estúpidas condiciones sobre mi estadía acá, la larga explicación sobre los lugares a los qué debería ir y a los que no.

—¿Quieres que pase en mi habitación y el estudio todo el día? — pregunto indignado. El asiente.

—La biblioteca— me entrega unos documentos que debo firmar para aceptar todas sus condiciones— también puedes ir ahí.

—¿Es un chiste? — contesto.

—Si quieres trabajar para mí, esas son las condiciones. Tú veras si las tomas o las dejas— no me queda más remedio que firmar y después de eso me permite marchar a mi habitación para “descansar”.

En vez de eso decido escaparme a la biblioteca, camino por el pasillo siguiendo a un par de guardias que me indican el camino.

—Es aquí— señala uno de ellos. Entro a la habitación, los guardas esperan afuera, este lugar es enorme.

Camino entre las repisas, hay miles de libros de todo lo que te puedas imaginar. Tomo algunos de mi interés y me siento para leer.

“Pasaron 2 horas en un abrir y cerrar de ojos”

—¿Quién eres tú? — la voz de un niño me sobresalta de repente.

—¿Yo? — contesto, él asiente.

—¡Umm! — sus ojos grisáceos me recuerdan a los de mamá.

—Eso debería preguntarte yo, ¿quién eres tú? — me mira sin apartar la vista ni un solo segundo —¿cómo entraste?
—No me dejan hablar con extraños— contesta un poco temeroso, me acerco un poco y me arrodillo.

—Mi nombre es Liam, yo soy psicólogo y vine a este lugar para trabajar. Ahora, es tu turno— espero su respuesta, pero se queda en silencio —me gusta mucho leer, ¿quieres que te muestre mi libro favorito?
Asiente.

ESCARLATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora