CAPÍTULO VEINTICUATRO

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—¡¡Shhht!! — volteo —soy yo.

—¡¡Randy!!— musito.

Creo que me hice mierda en los pantalones. Mi corazón va a salirse.

—¿Qué piensas hacer? — me dice.

“Aún no lo sé”

—¿Tienes un plan? — levanto mis cejas.

—¿Crees que estaría preguntándote que vas a hacer si tuviera un plan? — golpea mi cabeza.

“¿Cuándo nos volvimos tan cercanos para que se tome este tipo de confianzas?”

—Solo deberíamos entrar ya entonces— digo.

—Si, ve tú primero— me sorprendo.
—¿Quieres que vaya solo? — reclamo.

Pelear contra esos sujetos sin ayuda puede ser un problema.

—¿Te da miedo doctor Hawkins? — se burla.

—No seas infantil, solo creo…— el niño comienza por llorar con intensidad, Randy me mira asustado.

Justo cuando estamos por levantarnos para entrar vemos a los dos hombres que cuidan la entrada caer al suelo de golpe, uno tras otro, ambos estamos atónicos por lo que acaba de pasar, de repente escucho una voz a nuestras espaldas.

—Son un par de gallinas— se burla Nico.

Él viene vestido como un chico explorador, camina de cuclillas hacia la entrada de la enorme bodega.

—¡Nico!, ¿cómo es que tú…? — él me calla estoy bastante sorprendido y a la vez aliviado de verlo.

—Viniste porque me extrañabas, te dije que no ibas a tener suficiente de esto— le susurra Randy.

—¡¡Tú, cavernícola!! — Nico lo mira con odio.

—¿Cómo puedes jugar en una situación como esta? — le hago mal modo.

—En realidad tu hermano León me llamó, dijo que quizás algo malo podría estar pasando y que tenía la certeza que ibas a estar en medio de todo, así que te localicé con el rastreador que le puse a tu celular— este es uno de los momentos donde estoy agradecido de que sea un acosador.

—¿León? — lo pienso unos segundos —¿cómo es que conoces a mi hermano?

—Concéntrate, vamos a entrar— ya hemos llegado a la puerta, saca un par de armas pequeñas y nos las da.

—¡¡¡Deja en paz a mi hijo!!! — escuchamos los gritos de las advertencias de Lucas.

Entramos tan rápido a como nos es posible, nos escabullimos entre las cosas que hay dentro. Randy toca mi hombro, giro hacia él, luego señala a su izquierda. Veo que al costado de la bodega hay tres Bugatti del año, justo al lado dos avionetas.

—¿Ves ese sello azul y las iniciales? — asiento —esto es propiedad de los reyes, me explica Randy.

“¿Qué carajos tiene que ver Valentín con esas personas?”

Nico nos hace señales para que nos demos prisa, seguimos caminando hasta llegar al centro de la bodega. Veo a Lucas colgando de las manos atado a una gruesa cadena que cuelga del techo, está sangrando y aún usa la bata del hospital. También percibo a la pelirroja junto a él. Si mis cálculos no me fallan este lugar está custodiado por al menos unos 13 hombres armados, su hijo está a unos 5 metros frente a él atado a una vieja silla de madera, tiene su rostro lleno de lágrimas.

“Me siento tan impotente ante esta situación, odio no poder proteger a las personas que están a mi lado”

—No sé por qué haces esto, pero no toques a mi hijo— le advierte Lucas.
—Maldito infeliz— se cerca y lo golpea fuerte en el estómago.

ESCARLATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora