Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]

Ladrón

Resopló la tierra con su nariz mientras trataba captar el aroma en las pequeñas huellas que había encontrado.

—¿Y bien?— preguntó un chico de pálida piel y bicolor cabello sentándose en su lomo.

El felino negro de gran tamaño se sacudió logrando botar al sujeto sobre su espalda. Rugió suavemente en modo de advertencia para que no volviera a hacer aquello que tanto le molestaba, y más cuando estaba tan concentrado.

—Es pequeño en comparación nuestra— dijo regresando a su forma humana—. ¿Un gato doméstico tal vez?

Su acompañante puso las manos detrás de su nuca para comenzar a estirarse y al levantar la mirada es cuando lo vio. En la copa del árbol frente a ellos había lo que parecía un gato negro, pero de patas más largas y orejas algo graciosas, observándolos con curiosidad.

—Baji, allí— dijo apuntando con su dedo al felino sobre ellos—. Creo que es un serval negro.

El pelinegro hizo contacto visual con el animal y sintió que alguna vez había visto esos penetrantes ojos azules.

Bastó un pequeño movimiento de parte de ambos para que el felino diera un gran salto y se echara a correr tan rápido como podía, dejándolos atrás sin mucha dificultad.

—¡Tsk!— chasqueó la lengua al perderlo de vista cuando escaló un árbol a lo lejos—. Por lo menos ya sabemos cómo luce nuestro ladrón. Vamos, Kazutora. Regresemos a la aldea.

El chico asintió con una expresión que reflejaba su molestia y frustración por no poder capturar una vez más al sujeto que se atrevía a entrar a las bodegas de alimentos de su aldea y robar parte de la captura de la semana.

—No es un serval común y corriente. Al parecer estamos hablando de un humano— comentó Baji amarrando su cabello en una coleta antes de emprender camino.

—¿Cómo estás tan seguro? Ya hemos tenido alimañas antes así de inteligentes y resultaron ser sólo eso...¿Qué lo hace diferente según tú?— preguntó echándose al hombre un par de liebres que había cazado en mitad de su búsqueda.

—Sus ojos— dijo frunciendo el ceño—. Esa mirada decía que se estaba burlando de nosotros.

Kazutora hizo una expresión graciosa de confusión lo que le valió una amenaza de golpiza por parte del mayor por atreverse a mirarle así.

—No pierdan su tiempo poniendo trampas— dijo Baji al ver a un grupo de hombres instalando artefactos escondidos—. Es un humano.

Los hombres dejaron escapar sus reclamos mientras comenzaban a guardar las trampas y a desactivar las que ya habían instalado. Si bien no había una ley que les prohibiera dar caza a un humano en su forma animal, su aldea los respetaba en cierta manera al no utilizar trampas que puedan matarlo.

—Los de su tipo a veces nos causan grandes problemas— reclamó un hombre echándose un costal al hombro con sus trampas—. Todo era más fácil antes de su llegada.