Entrenado

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Las cadenas alrededor de su cuello le estaban cortando la respiración. Estaba muy asustado porque probablemente moriría a manos de aquellos que consideraba su familia. Una patada lo derribó para que dejara de poner resistencia y cuando creyó que su fin estaba cerca fue cuando salvaron su vida.

—¡DÉJENLO!— gritó un chico amenazándolos con un enorme cuchillo.

Las cadenas fueron soltadas y el aire comenzó a llenar sus pulmones nuevamente. El lobo respiraba acelerado aún debilitado. El chico que le había salvado se acercó y no retrocedió a pesar de los gruñidos del cánido. Una mano amable lo acarició después de mucho tiempo sin recibir afecto de alguien, y se sintió maravilloso.

El lobo dormía plácidamente sobre un par de mantas en medio de sala de la casa. A pesar de que le habían entregado una habitación, se rehusaba a utilizarla pues le era más cómodo dormir en su forma animal y así no ensuciaría la cama.

—Buenos días, Hakkai— saludó su salvador acariciando su cabeza de paso a la cocina.

El animal se estiró rasguñando las mantas bajo sus patas, cosa que había aprendido a hacer luego de que su "salvador" lo hubiese regañado muchas veces antes por dañar el piso de madera con sus garras por hacer eso. El lobo caminó a paso lento hasta la que sería su habitación, empujando la puerta con una pata para poder entrar. Del cuarto salió después un joven alto terminando de acomodar su ropa y con ello empezando su rutina diaria. Luego de ir al baño a asearse, fue hasta la cocina donde encontró al otro chico terminando de preparar el desayuno. Le ayudó llevando los platos a la mesa aún con algo de torpeza, pero felicitándose a si mismo por haber logrado llegar sin quebrar nada en el camino.

—Buen chico— dijo el muchacho de cabellos lila acariciando su cabeza.

Hakkai sujetó su mano, algo brusco, para que siguiera con las caricias. Takashi se quejó en voz baja pidiéndole que disminuyera la fuerza con la que lo tomaba de la muñeca. El joven asintió soltando su mano con una expresión avergonzada.

—Lo...siento— dijo con dificultad agachando su mirada.

—No lo sientas. Aún se te dificulta medir bien tu fuerza, pero ya lo lograrás— dijo desordenando su cabello regalándole una gran sonrisa para inspirarle confianza.

Hakkai había pasado toda su vida en su forma animal viviendo bajo los cuidados de una abusiva pareja que lo había adoptado como mascota después de encontrarlo de cachorro en un bosque aledaño. Y creció creyendo que era un lobo hasta que llegó a ese fatídico día en que conoció su forma humana y fue visto por sus "dueños" y unos cuantos vecinos. Ese fue el día en que Mitsuya salvó su vida. Éste fue quien se encargó de enseñarle a caminar como humano y a comunicarse con él, también fue quien confeccionó sus primeras prendas de vestir y lo más importante sobre todo lo anterior, Mitsuya fue quién le demostró que podía ser querido a pesar de ser un cambia formas.

Mitsuya iba puesto por puesto en el mercado buscando todo lo que necesitaría para la semana, detrás de él iba Hakkai cargando algunas pesadas bolsas ganándose el pan de cada día pues vivir en el hogar del mayor no era gratis.

—Esto se ve delicioso— dijo Takashi mostrándole unas naranjas haciendo que Hakkai retrocediera diciendo que esa fruta le irritaba demasiado la nariz—. Tú te lo pierdes— murmuró pasándole dinero a la anciana del puesto de venta.

—Prefiero la carne— dijo el más alto con un mohín.

Mitsuya suspiró. Ya estaba cansado de explicarle que su dieta humana también debía incluir otros alimentos como verduras y frutas, y no sólo comer animales como gallinas o liebres que las conseguía cazando y que llevaba a la casa como regalo y muestra de afecto por él.

Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora