Gordito

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El gato saltó sobre el mostrador de la tienda para robar el pan de uno de los dueños del lugar. El hombre gruñó molesto, pero se resignó a haber perdido su comida por haberse distraído.

—Ese gato es todo un caso—comentó una mujer riendo al presenciar el robo descarado del felino.

—Últimamente ha estado comiendo mucho más, y aquí entre nos...se ve que ha ganado un poco de peso—dijo el hombre —Seishu debería dejar de alimentarlo tanto.

El gato maulló saltando al mostrador una vez que terminó de comer el pan robado. Las personas presentes intentaron fingir que no estaba allí para no caer en sus encantos y terminar dándole más comida.

—Koko, detente— dijo Seishu cargando al gato que intentó rasguñar su rostro por apartarlo de sus víctimas—. Tanta comida hará que te duela la panza.

El gato gruñó molesto, pero se dejó cargar el resto del día mientras Seishu maniobraba para cumplir sus tareas diarias y las exigencias del felino.

Hajime estaba más demandante de lo usual y eso mantenía a Inui en un costante estado de agotamiento, pues debía atender a los requerimientos de Koko para evitar que estuviera de mal humor y con esto no dejar que lastimara a quien se cruzara en su camino.

Hajime estaba más demandante de lo usual y eso mantenía a Inui en un costante estado de agotamiento, pues debía atender a los requerimientos de Koko para evitar que estuviera de mal humor y con esto no dejar que lastimara a quien se cruzara en su ...

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Seishu cepillaba sus dientes mirando a Hajime que no dejaba de observarse en el espejo.

—Dime la verdad—dijo poniéndose de costado y luego de frente, repitiendo esa acción un par de veces más—. ¿Crees que estoy gordo?

Inui suspiró abrazándolo por la espalda después de terminar de lavar sus dientes. Kokonoi se veía realmente acomplejado con su imagen.

—No estás gordo— dijo con cara seria subiendo su camiseta para acariciar su abdomen—. Es sólo un cachorro creciendo fuerte y sano.

Hajime bajó su camiseta con incomodidad después de golpear las costillas de Seishu con su codo. Si bien no estaba confirmado aún que estaba en la espera de un cachorro, para el alfa era bastante obvio que lo estaba, pues lo supo en el momento en que sintió un aroma diferente en el menor. Desde ese instante en Seishu nació la necesidad de no separarse demasiado de Hajime, tal vez era parte de su instinto. Y era tal sentimiento de protección y apego, que si el menor le pedía regresar al bosque dónde habían vivido gran parte de sus vidas, él aceptaría sin chistar.

El omega fue a la cocina por algo de comer. Tenía una urgente necesidad de llenar su estómago a como diera lugar, y al ver que el alimento disponible no sería suficiente pensó en ir de caza. Seishu no se lo permitió tan fácil. Al alfa le atemorizaba la idea de que alguien pudiese hacerle daño, y más en el estado en que se encontraba. Finalmente accedió luego de que Koko le propusiera que le acompañara.

Inui no podía dejar de comparar la forma humana con la animal de Hajime. Como gato silvestre, Kokonoi era de temer, ya que con facilidad podía atrapar presar y asesinarlas para devorarlas sin tanto preámbulo. Mientras que como humano era algunas veces torpe y daba la impresión que por su figura delgada era débil y delicado, sin embargo aprendió de mala forma que era totalmente lo contrario. Un día discutiendo y víctima de sus cambios hormonales, Kokonoi le asestó un puñetazo en el rostro que casi le desencaja la quijada y que incluso le dejó atontado por un par de minutos.

Seishu descansaba debajo de un árbol, atento a su alrededor por si el omega llegara a necesitar de su ayuda. Vio al gato moverse entre arbustos, buscando a su siguiente presa. Rió para sus adentros. En su forma felina, el menor demostraba más pancita que siendo humano.

Un disparo resonó en el bosque. Seishu se puso de pie de inmediato, preso del pánico. Hajime apareció entre los arbustos, corriendo asustado con un avecilla en el hocico. El gato saltó a los brazos de Inui maullando. El alfa podía sentir como el corazón del felino latía desbocado. Salieron del bosque a toda prisa, no querían averiguar quién era el cazador.

Uno de los hombres acarició el lomo del gato y se pellizco para ver si se trataba de un sueño

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Uno de los hombres acarició el lomo del gato y se pellizco para ver si se trataba de un sueño.

—¡Se ha dejado acariciar!— celebró feliz haciendo reír a la clientela presente.

Hajime bufó sólo por el placer de verlo asustado. Luego el gato saltó del mostrador para acercarse a unos niños pequeños que se sostenían de las piernas de sus padres. El felino se frotó contra ellos, ronroneando al recibir las caricias torpes de los infantes.

—Está actuando extraño— comentó el otro jefe de la tienda—. Debe ser por los gatitos que espera.

Y es que con el pasar de las semanas fue bastante evidente que Kokonoi si se encontraba esperando un cachorro. Los de la tienda entonces comprendieron todo, pero lo que causó la risa de Seishu, fue que comenzaron a creer que el felino era hembra.

—Es una gatita muy linda— dijo la madre de uno de los pequeños viendo cómo cargaba a Koko torpemente.

El gato bufó cuando la mujer intentó acariciarlo. Seguía siendo el mismo gato arisco de siempre a pesar de todo.

—Podríamos adoptar a una de sus crías cuando de a luz— comentó uno de los jefes con una gran sonrisa.

Kokonoi se liberó del abrazo sofocante del niño para correr a su escondite en las alturas y desde ahí mirar con recelo al hombre que había hecho el comentario.

Kokonoi se liberó del abrazo sofocante del niño para correr a su escondite en las alturas y desde ahí mirar con recelo al hombre que había hecho el comentario

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—¡Quiere quitarme a mi cachorro!—exclamó en casa caminando de un lado a otro, casi fuera de sí.

—No quiere eso— dijo rodando los ojos mientras intentaba escribir en una hoja su nombre.

Los de la tienda sabían que Seishu no había recibido educación, por lo que se esmeraron en enseñarle poco a poco a leer y escribir, comenzando por su nombre, luego de que el chico mencionara que se convertiría en padre y que deseaba darle lo mejor al bebé. Los hombres le comentaron que si se esforzaba podría conseguir un puesto mejor dentro de la tienda.

—Para los humanos es normal adoptar crías de animales domésticos como gatos o perros— dijo concentrado en su difícil labor.

—Yo no soy un gato doméstico— gruñó yendo hasta el mayor para sentarse en su regazo y abrazarse a él—. Quiero regresar al bosque.

Seishu dejó caer el lápiz en su mano. Pensaba que Hajime había olvidado ya la idea de volver a su verdadero hogar y que había logrado convencerlo de que vivir entre los humanos no era tan terrible como creía.

—En el bosque nadie querrá quitarme a mi cachorro— susurró molesto.

—Yo no permitiré que eso pase—dijo dándole palmaditas en la espalda, con el pensamiento de que tal vez perdería todo lo que había conseguido hasta ese momento sólo para complacer los deseos de Hajime.

Tenía que lograr convencerlo una vez más.

Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora