El guepardo avanzó por el bosque con pasos perezosos. Había regresado al fin de su viaje más reciente por lo que estaba muy agotado. Y la verdad era que ya estaba aburrido de tener que recorrer ese lugar para poder encontrarse con su hermano y los gemelos. Había sido comprensivo con Rindou cuando decidió quedarse junto a su compañero Souya, quien además como era de esperarse a lo ocurrido un par de meses atrás, estaba gestando al primogénito de su pequeña familia. Pero el verdadero motivo por el que regresaba una y otra vez a pesar de todo era Nahoya, aunque éste pareciera no demostrar demasiado interés en él, aún cuando se encontraban enlazados.
Dió un paso en falso sin querer por distraerse mirando un par de aves volar cerca de su cabeza. De pronto tuvo encima un jaguar intentando derribarlo y hacerle daño. El guepardo gruñó dándole un buen zarpazo en el pecho, haciendo al otro felino retroceder.
—¿Qué clase de bienvenida de mierda es ésta?— preguntó pateando al jaguar quien se echó en el suelo al darse cuenta del gran error que había cometido.
—Lo siento— respondió Rindou mirando la herida superficial es su pecho—. Pensé que eran nuevos invasores.
Ran deseó golpearlo por idiota, pero no valdría la pena. El ruido de hojas secas pisadas le hizo girar la cabeza. Los zorritos se "ocultaron" en un arbusto, haciendo reír al alfa. Hizo el comentario de poder verlos en su escondite por lo que se vieron en la obligación de salir a saludarle. Para él era más fácil poder identificarlos en su forma animal, pues Souya se veía un poco más rellenito que su hermano debido al cachorro que esperaba. Ran se agachó y luego de acariciar la cabeza de su cuñado, tomó a su compañero y continuó su camino siendo seguido por Rindou que ya llevaba consigo a Souya.
—Esta vez te tardaste menos en regresar— dijo Rindou haciendo círculos en la pancita del zorrito en sus brazos.
—Porque no hay un idiota retrasándome en los negocios— dijo haciendo reír a su hermano.
El zorrito en sus brazos ya ni siquiera hacía el intento de escapar, pues había aprendido que al hacerlo Ran le daba cacería y solía ser más odioso con él una vez que lograba atraparlo. Y que Nahoya ya no le diera batalla lo estaba volviendo aburrido. Ran dejó al animalito de regreso en el suelo y continuó charlando con Rindou sobre los nuevos tratos que había logrado cerrar en las dos semanas que estuvo lejos.
Nahoya dió unos cuantos pasos más pero se detuvo sólo para comprobar lo que estaba pensando. Ran continuó como si nada, sin siquiera a voltear a ver si les seguía el ritmo. El zorrito también tenía su orgullo por lo que tomó un camino diferente para ir a un escondite que ni siquiera su hermano menor estaba en conocimiento de él.
—¡Tonto!— le gritó Souya a Ran luego de percatarse que Nahoya nunca llegó con ellos a su hogar—. ¡Seguro heriste sus sentimientos!
Ran rodó los ojos diciendo que regresaría por dónde habían llegado para buscarle. Souya estaba realmente molesto, aunque también lo estaba consigo mismo por no haberse dado cuenta antes, pero en su defensa él se había quedado dormido producto de su embarazo y las caricias de Rindou.
El alfa mayor cerró la puerta de la cabaña mientras refunfuñaba sobre lo ocurrido. Ran había logrado convencer a su hermano menor y a los gemelos de construir dicha cabaña para tener algo de comodidad debido a que no estaba acostumbrado a la vida "animal", y que necesitaba de una cama para poder descansar debidamente.
El mayor recorrió el sendero por el que habían transitado con anterioridad, pero no logró dar con Nahoya. No pensó en transformarse debido a que su olfato no era de los mejores, por lo que sería mejor seguir buscando en su forma humana para ver desde más altura.
—¿Dónde estás, escurridizo animalillo?— preguntaba revisando dentro de un hueco en la base de un viejo árbol.
A medida que el día iba transcurriendo, Ran comenzaba a impacientarse al no dar con Nahoya aún. Lo maldijo un par de veces, luego le prometió tratarlo mejor, inclusive le ofreció un gran festín si dejaba de ocultarse. Pero nada. Era como si se lo hubiese tragado la tierra.
Estaba ya por mandarlo al demonio cuando vio a un gran lobo negro registrando la zona cercana a él. Era como si estuviese buscando algo o alguien debido a la insistencia de olfatear el suelo.
Ran se transformó para poder escalar a un árbol y desde allí mirar con recelo las acciones del lobo. El cánido comenzó a cavar con esmero junto a un árbol caído luego de haber dado con algo. El guepardo saltó del árbol posicionándose entre el zorrito que salió corriendo despavorido de su escondite y el hambriento lobo que casi lo atrapa.
Nahoya se escondió debajo de las patas del guepardo temblando de terror. En su forma humana era muy fuerte, pero siendo un animal no lo era tanto. Pero contra un lobo de semejante tamaño nada podía hacer más que rogar que Ran le salvara el pellejo.
El guepardo bufaba mientras le mostraba las garras al lobo. El animal se giró sobre sus pisadas y se retiró de la zona a paso lento. Ran le había quitado la presa que llevaba mucho rato persiguiendo.
El zorrito trató de escabullirse en el momento en que Ran seguía con la mirada fija en el lobo, pero el guepardo lo cargó en su hocico llevándoselo consigo a un lugar más seguro.
—Bien. Ya estamos a salvo. Ahora déjame ir— dijo Nahoya en cuanto pudo volver a su forma humana al llegar a la cabaña.
—¿Dónde irás? ¿A las fauces de ese lobo otra vez?— preguntó Ran molesto.
Nahoya nunca lo había visto así de enfadado. Pero no daría su brazo a torcer. Pasó junto al alfa, dándole un leve empujón con el hombro, acción que hizo enojar aún más a Ran. Éste lo hizo girarse para poder encararlo, y ver la sonrisa burlesca del chico hizo que su rabia se incrementara todavía más.
—¡Vaya! ¡El lindo gatito está furioso! Hubieras dejado que el lobo me comiera, estoy seguro que así dejaría de darte tantos problemas y tendrías algo menos de lo que preocuparte— dijo con un tono dolido—. Sé que ya te tengo harto...¿Pero sabes qué? Yo también lo estoy.... ¡Estoy harto de tener que pretender ser una buena persona, tranquilo y de grandes modales! Así que aquí está mi regreso triunfal— comentó antes de tomar una gran bocanada de aire—. ¡Vete a la mierda, Ran Haitani! —dijo con una gran sonrisa enseñándole sus dedos anulares.
Ran lo sujetó del rostro y lo besó apasionadamente. Ahí estaba esa chispa de la que se había enamorado del omega, más brillante que nunca. Nahoya lo golpeó en los huevos con la rodilla.
—¡Prepárate, que esta noche te anudo!— gritó aún sudando frío por el golpe recibido luego de ver a Nahoya entrar a la cabaña echando humo por las orejas, dando un gran portazo—. Claro, si es que no me dejó estéril —susurró exhalando con exageración.
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Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]
FanfictionMira por dónde pisas. Podrías dejar tu rastro y ser una presa fácil. ACLARACIÓN *Los personajes de Tokyo Revengers no son de mi propiedad. Créditos a su autor* *Juro que no habrá traumas* *Podría haber contenido +18* *La historia si es de mi autorid...