Hermoso

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—¡Encontré un gatito!— gritaba un niño de unos diez años aproximadamente tomando al pequeño felino desde la cola.

El cachorro se quejaba de dolor, chillando a lo que sus cuerdas vocales daban, llamando desesperado a su madre. El niño dejó caer al gato cuando uno más grande apareció en su rescate, y para distraerlo pateó al gatito para que su madre fuera por él y así poder escapar junto a los demás chiquillos invasores.

Kokonoi despertó en mitad de la noche, sudando frío y con la respiración acelerada. Seishu se volteó para abrazarlo.

—¿Otra vez esa pesadilla?— preguntó con los ojos cerrados aún.

Hajime lo apartó suavemente para poder levantarse. Fue al cuarto continuo y deja escapar el aire que llevaba conteniendo en sus pulmones por el alivio que sintió al encontrar a su pequeño dormido en su cuna. Seishu apareció tomándolo como si de un costal de patatas se tratara y regresó con él a su habitación.

—Ya te dije que no permitiré que nada le suceda— dijo besando su frente.

El más joven se sentó en el borde de la cama sin soltar las manos de Seishu, quien se acuclilló entre sus piernas.

—Nosotros estaremos siempre con él, así que no le ocurrirá lo que a ti cuando pequeño— dijo mirándole hacia arriba estirando su mano para acariciar su rostro.

Hajime asintió con pesar.

El gato caminaba rápido y orgulloso junto a Seishu, cargando a su gatito desde la piel de su cuello

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El gato caminaba rápido y orgulloso junto a Seishu, cargando a su gatito desde la piel de su cuello. El cachorro miraba a su alrededor curioso.

—Pero si es la parejita feliz dando a conocer al pequeñín a la sociedad— comentó uno de los jefes de Seishu abriéndoles la puerta—. No saben cuánto los extrañamos por aquí.

Kokonoi saltó al mostrador con habilidad y dejó allí al gatito que aún se arrastraba, pero estaba más atento a su entorno.

—Es toda una belleza— dijo el otro hombre acariciando la cabeza de Koko y su lomo también—. Ni siquiera te preguntaré si puedo acariciarlo, porque estoy segurísimo que me rebanarás un dedo con esas filosas garras tuyas.

El gato maulló en afirmación. Hajime tomó a su cachorro nuevamente y corrió al cuarto trasero para poder transformarse y colocarse el uniforme de la tienda. El chico había revelado su identidad a los dos hombres cuando perdió los estribos en una pelea con Seishu un par de meses antes de dar a luz. Y a diferencia de lo que esperaba, los sujetos se lo tomaron muy bien y con el pasar de los días se dieron cuenta que Kokonoi era muy bueno con los números, a pesar de tener muy poco conocimiento sobre estos. No tuvieron que esforzarse mucho para explicarle cómo se llevaba el negocio para que agarrara rápido el ritmo y pronto Hajime pasó a ser otro empleado ejemplar de la tienda, así como Seishu que había logrado ascender para estar a cargo de los chicos que hacían repartos para otros pueblos.

Hajime asomó su cabeza buscando a Seishu con la vista, y en cuanto hizo contacto visual con él lo llamó al cuarto.

—¡Recuerden que están en la tienda!— bromeó uno de los hombres, riendo más fuerte al verlos salir apresuradamente del cuarto de cambio.

—Sólo quería la ropa para el bebé— gruñó Hajime presentándoles por primera vez al cachorro en su forma humana.

Los hombrecillos quedaron impresionados de la belleza del bebé, incluso si no hubieran estado al tanto de que se trataba de un varón, lo habrían confundido con una niña. El pequeño tenía el cabello rubio como el de Seishu y unos brillantes ojos negros complementando un grácil rostro con facciones delicadas.

—Debieron haberlo hecho con mucho amor— comentó Haruma, el mayor de los hombres recibiendo un fuerte codazo por su compañero—. ¡Es verdad! ¡Cuando crezca romperá muchos corazones con su belleza!

Hajime miró a su pequeño y sonrió orgulloso. El pequeño chupaba su manita divertido con el movimiento de las manos de los dueños de la tienda al hablar. Seishu tomó al niño para que Kokonoi pudiese ponerse manos a la obra, pues sabía que tenía mucho trabajo atrasado. Él también, pero no al mismo nivel que el omega.

El niño terminó siendo cargado por Haruma y Miyavi, el otro jefe de la pareja, pero siempre siendo supervisados ante la atenta e intimidante mirada de Kokonoi. Las personas que visitaban la tienda quedaban maravilladas también por la belleza del bebé y aquello ya le estaba fastidiando a Hajime. Cuando éste estuvo a punto de quitarles a la tienda entró una joven pareja cargando a un bebé en sus brazos.

—Queremos lo de la lista— dijo el más alto entregándole un largo papel a uno de los dueños de la tienda.

—Es muy bonito ¿No lo crees?— dijo su acompañante con la mirada puesta en el bebé de Hajime—. Aunque no tanto como el nuestro.

Seishu alcanzó a colocar su mano en la boca de su pareja y sacarlo de allí para evitar que se armace una pelea completamente innecesaria. Kokonoi no iba a permitir que alguien pudiera en duda la belleza de su hijo, así tuviera que defenderlo con garras. Ambos discutían en la parte anterior de la sala de ventas cuando de pronto vieron un armiño de blanco pelaje acercarse a ellos mientras cargaban a uno más pequeño. El animalito lo dejó en frente y chilló antes de tomar a su cachorro nuevamente y salir caminando orgulloso.

—¿Y eso qué mierda fue?— preguntó Hajime totalmente confundido.

Ambos volvieron al mostrador y vieron que el sujeto alto regañaba al armiño en una de sus manos mientras guardaba al más pequeño en su bolsillo.

—Dijo algo de que tenían que ver que su hijo era más hermoso— comentó Miyavi igual de confundido que ellos.

Kakucho tomó la bolsa con las compras, pidiendo disculpas por el gran espectáculo que su compañero había realizado prometiéndoles que no volvería a repetirse.

En cuanto la pareja salió de la tienda hubo un silencio incómodo, en el cual todos trataban de comprender bien lo sucedido. Entonces estallaron en risas. El bebé en los brazos de Haruma sonrió haciendo un adorable ruido, cosa que derritió el corazón de los dueños de la tienda quienes le prometieron dejar el lugar a su nombre a modo de exageración.

—¿Puedo matarlos mientras duermen entonces?— bromeó Kokonoi concentrado en los números de una libreta.

Haruma y Miyavi tragaron saliva pidiendo mentalmentr que sólo fuera una broma de parte del omega.

Huellas [Tokyo Revengers] [omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora